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Los hiperbóreos (o de los animales sagrados)
Por Jorge Luís Arcos
----------------------------------Nosotros, los hombres sin patria
Nietzsche, La ciencia jovial
Viajaban a parajes remotos para ver los atardeceres
se prosternaban frente a un mar extraño
querían tocar la nieve
comer los alimentos terrestres
y sentir el aire que desplazan sus cuerpos
como presencias clandestinas y errantes
Eran como la resaca
como la orilla de la noche
como oscuros jinetes en el desierto
como animales en extinción
habían emprendido un viaje hacia las ruinas
hacia el paisaje helado
los que habían abandonado las ínsulas
extraños sobrevivientes de una Atlántida sumergida
y miraban al mundo como a una carroza suicida
porque habían perdido tantas cosas
que sólo podían percibir el brillo hiriente de lo real
la opulencia es obscena
la belleza
el pecado sin culpa eterna pena
los animales sagrados
los que añoraban una patria desconocida
los que lo habían perdido todo
menos el aliento del légamo
la nostalgia o profecía de la casa de la medusa
el reino de las criaturas informes no estrenadas a la luz
se puede perder todo menos la nostalgia del reino
(es el rastro de los reyes en la arena lo que hemos perdido)
Sacro adiós
María Zambrano
encapotado monigote errante
con esa danza de falsa tiniebla
con esa estéril procesión de cautivos placeres
a lamerme las llagas de la indefensión con tu lengua suicida
para arrancarme del Viaje
y ponerme la máscara hermética
para apagar la última llama
la profecía de la esmeralda
rayo verde o animal desconocido
y oponer océanos o desiertos inacabables
frente a mi barca frágil y muda
esa barca de los locos que acaso no sabré navegar
hasta el delirio de Pyn
la inmensa figura blanca
(¡Tekeli-lí!)
linde borde confín
donde me pierdo...
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----------Hay también un logos del Manzanares: esta humildísima, ribera,
Ortega y Gasset, Meditaciones del Quijote
Detrás de los altos cipreses del cementerio de San Isidro
se despeñan los crepúsculos cada atardecer
No sé qué relación pueda haber entre el logos del Manzanares
y esas muertes aurorales
Aquí sólo siento el viento helado en mis mejillas
mi rostro en el espejo como un fantasma
las lianas asomando por entre las cicatrices de mi piel
un mundo submarino o terrígeno ancestral
como los tatuajes de la sobrevida
la otra naturaleza desconocida
donde llueve inconsolablemente
y no puedo encender mi velita errante
Sólo esos recurrentes crepúsculos me sobrecogen
con un alfabeto ígneo que no puedo descifrar
Es un espacio gnóstico ¿qué duda cabe?
Un alto en medio del gran viaje
esa mirada radiante descomunal
como la fragua de Ogún o Hefestos
como el manto verde de Orula
Porque no aparece el verde como en el malecón de La Habana
o en la playa de Varadero
Ni lontananza ni transparencia ni rocío
Sólo el viento helado contra la cara
como una espalda desdeñosa y soberbia
una cortina púrpura que se cierra
el cofre que no puedo abrir
el puentecito roto
la barca que se astilló
la sal de todos los desiertos
el océano de todas las lágrimas
qué sé yo
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----------Nada de lo real debe ser humillado
María Zambrano
un caminito ciego
y el bosque helado, enorme
como una culpa
dioses oscuros de cabelleras suicidas
y miradas cetrinas
horadando la mente
buscando el pedacito suave
el niño que fue
para hincar la uña
el filo de la nada
el disco púrpura
abisal
Per me si va nella città dolente
incluso el sitio de la expulsión
la ciudad doliente
el rostro como un velamen lejanísimo
somos los hiperbóreos
los gitanos de las playas vacías
los beduinos de la noche
los payasos del alba
los usureros del frío
Las hogueras de Itaca, oh pordiosero
Pero no he apagado el último cigarrillo en el barrio chino
y tengo que regresar con el poeta Luis Lorente
a hacer la ronda de Zequeira
Una noche me despierto
y estoy en el bohío abandonado en la carretera infernal
Es La Farola, es la Serpiente, es el Diario de Martí
Viene Charo y me tiende una taza de café calentado al carbón
Afuera es el diluvio
que apaga los cigarrillos
Un trago de ron es la eternidad
los rostros de la caducidad
el país que me cambiaron dentro de una capa de mago
como cuando me perdieron los juguetes
me profanaron el jardín
brillaban como un delirio extático
un alfabeto hermético
las piedras de la indefensión
los caracoles perdidos
un ídolo parlante de una tribu remota
ocupaba el espacio de toda iniciación
Inútil preguntar
cuando el bulto asoma por la ventana sombría
la cabezota helada
y te dice
rompiendo el silencio con una carcajada:
tú eres poeta, tú eres cubano, tú eres delicado, como nosotros somos groseros, y tenemos para ti el manotazo de plomo
E caddi come corpo morto cade
Madrid, 20, 21 de diciembre, 2004
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Jorge Luis Arcos, poeta y ensayista cubano. Vive en el exilio, en Madrid.
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