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martes, 22 de diciembre de 2009

"Los 3 Deseos" Manuel Sosa & Jorge Ferrer

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Le he solicitado a varios amigos, la posibilidad de publicar sus deseos navideños, para el año próximo, y compartirlos con nosotros, ustedes. Así se sucederán voces y anhelos por estos días.
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Igualmente es un modo de hacer llegar a todas y cada una de las personas que durante el año que se va, dedicaron un poquito de su tiempo, llegaron hasta los sanos humos de Efory Atocha, mís felicitaciones, mi enorme gratitud. Para todos ustedes: Aché.
Santiago Méndez / Chago
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Jorge Ferrer
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Poco distan de los que habría anotado hace un año y ojalá se cumplan otra vez. Ha sido año pródigo el que acaba y ojalá así de venturoso venga el que comienza.
Uno, amor para propios y ajenos. Como entre los primeros, los míos, amor hay de sobra, se lo deseo aún más a los otros. ¿Recuerdan aquello de que «el amor todo lo cura»? Es cierto. Doy fe.
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Dos, apertura, lente abierto hasta los topes. De la mente y los ojos. Pensar sin miedo y mirar sin anteojeras. ¿A qué temerle cuando se vive en libertad? ¿A qué temerle cuando se la desea para quienes carecen de ella?
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Tres, dinero. Tanto como necesitemos para comprar tiempo, que es comprar libertad… Y para comprar salud, que se gana también con la buena mesa.
A fin de cuentas, oigan, lo de «Salud, dinero y amor» no es cliché afianzado por gusto. Esas tres gracias, más una inteligencia viva, dan para 2010 sabroso. Para ese año y los que siguen.
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¡Les deseo esa mundana, secular y cupletera Trinidad a todos!
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Manuel Sosa
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Tres deseos para el 2010:
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Que la Biología, con todos sus procesos y funciones, regrese a Cuba y cumpla con su deber.
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Que se eliminen las trabas para que los cubanos puedan entrar y salir de Cuba sin permisos, y sin tener que depender de los caprichos de la Biología.
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Que dudar y cuestionar la Biología no sea más un delito, y que como resultado se abran las cárceles y termine la represión.
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-Entradas relacionadas, Aquí.
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Imagenes tomadas de la Web.


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viernes, 17 de abril de 2009

César Reynel Aguilera & Jorge Ferrer

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A lo largo del día de ayer, Efory Atocha fue dando espacio a las respuestas de las 3 preguntas enviadas a diferentes artistas e intelectuales cubanos en el exilio. A demás de todos los nombres a los que acudimos. Efory Atocha agradece la amabilidad y la participación de todos. Así mismo se honra en agregar unas cuantas respuestas más, que desde nuestro entender amplían el panorama y aportan nuevas luces sobre el tema.
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Jorge Ferrer
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¿Cuál opinión le merecen las nuevas medidas tomadas por el gobierno norteamericano con relación a Cuba?

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Secuestrar los afectos de los cubanos que escaparon de una dictadura para radicarse en una democracia fue un acto absolutamente repudiable y demencial. El levantamiento de esas restricciones, por lo tanto, no es otra cosa que la vuelta a la cordura democrática.

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Por cierto, que los cubanos radicados en los EEUU, ya en libertad, no salieran a las calles en 2004 a manifestarse contra esas restricciones que administraban su libertad para relacionarse con sus familias lo dice casi todo sobre la vocación democrática y cívica de los hijos de esa isla.
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¿Estaría a favor de levantar el embargo? ¿Por qué?

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La política del embargo ha marcado los discursos públicos del diferendo cubano por casi cincuenta años. Y su inutilidad, tan sobada, corre pareja con su utilidad. Ha sido inútil en tanto no ha conseguido acabar con el régimen policial y lesivo para los derechos: los cubanos no se han levantado contra su gobierno motivados por la carestía y el hambre, ni el propio gobierno se ha avenido a negociar su levantamiento mediante una democratización del país. Pero ha sido útil también, por intangible que sea esa utilidad, porque ha puesto en evidencia que el gobierno de Cuba es una dictadura a la que no se ha de tratar como un igual.

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La evidente devaluación de ese último criterio -cuyo peso es más moral que político-, cuando las relaciones internacionales se han cargado de un pragmatismo feroz y las democracias de baja intensidad son un valor al alza, acabará con el embargo más temprano que tarde.

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Me opongo, sin embargo, a que ese levantamiento se produzca en forma incondicionada. Tras cincuenta años, el único servicio que aún nos puede prestar el embargo es el de servir de token en una mesa de negociación. Al menos, entonces se estaría negociando con mecanismos jurídicos y no con presos. Suspenderlo sin negociar antes las condiciones de ese levantamiento equivaldría a regalar una buena carta en el momento crucial de una partida de póquer

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César Reynel Aguilera
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¿Cuál opinión le merecen las nuevas medidas tomadas por el gobierno norteamericano con relación a Cuba?
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Es lo que se esperaba de esta administración. Los liberales americanos, cuando son bien intencionados, son como esos “sabios” que están dispuestos a evitar que el escorpión se ahogue, aunque para hacerlo tengan que aguantar la ponzoña.
Con esas medidas la nueva administración demócrata acaba de insuflarle cientos de millones de dólares a la maltrecha economía castrista. Pensar que ese dinero redundará en una mejora de las condiciones de vida de los cubanos es negar la historia de los últimos 50 años. Si algo ha sabido hacer el castrismo, en su medio siglo de desmanes, es convertir cualquier bonanza en más pobreza. A Castro siempre se le va a ocurrir la posibilidad de construir una fábrica de granizado en la antártica. En eso, como buen psicópata que es, su perseverancia es ilimitada.
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¿Estaría a favor de levantar el embargo?
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No.
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¿Por qué?
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1. Porque es imposible eliminar algo que no existe. En estos momentos los USAs son uno de los socios comerciales más importantes de la economía castrista.
2. Porque eso que los Castros llaman “embargo” no es más que un grupo de medidas que lejos de castigar al castrismo están encaminadas a no premiarlo.
3. Porque la eliminación de eso que los Castros llaman “embargo” sería insuflarle al castrismo, no al pueblo cubano, miles de millones de dólares. La economía cubana está en estos momentos en manos de unos militares que no han demostrado (y nunca podrán hacerlo) ser capaces de otra cosa que no sea reprimir.
4. Porque la primera respuesta del castrismo a la eventual eliminación del “embargo” será denunciarla como la “más reciente agresión del imperialismo”.
5. Porque la eliminación del embargo generaría algo parecido a eso que en medicina se conoce como “daño por isquemia-reperfusión”. Cuando un tejido está en hipoxia —mucho más allá de un tiempo umbral— la re-administración masiva de oxígeno, lejos de beneficiarlo, lo que hace es destruirlo. La razón de eso es que el oxígeno puede generar unos productos tóxicos que se conocen como “radicales libres”. Los tejidos normales son capaces de manejar, adecuadamente, la toxicidad del oxígeno por dos razones, una es que logran “controlar” la producción de radicales libres a unos niveles que son tolerables, la otra es que son capaces de sintetizar sustancias antioxidantes y proteínas limpiadoras (“scavengers”) que se encargan de minimizar o amortiguar el efecto tóxico. Un tejido en hipoxia, sin embargo, va perdiendo todos esos controles, hasta el punto de que la re-administración masiva de oxígeno es tan mala o peor que la hipoxia. Es por eso que esas reperfusiones deben hacerse con mucho cuidado, de forma escalonada y, de ser posible, administrando antioxidantes.
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El dinero es a una sociedad como el oxígeno a un tejido, y Cuba lleva 50 años en hipoxia. Para que el levantamiento del “embargo” no genere un daño parecido al de la isquemia-reperfusión tiene que ocurrir en un tejido social con cierto nivel de sanidad, con cierta capacidad de asimilación del “impacto”. Eso implica, al menos, tres cosas: Una sociedad civil, una clase empresarial, y una intelectualidad que sea independiente del poder. Durante medio siglo el castrismo se ha dedicado, con vehemencia, a la destrucción de esos tres amortiguadores, y ahora quiere entrarle de frente al bache... con el beneplácito de unos liberales americanos que después se encargarán, si llega el momento, de culpar a los republicanos del Tianamen caribeño.
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jueves, 19 de junio de 2008

"Una tarjeta postal para Octavio Armand" (Dossier Armand)

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Una tarjeta postal para Octavio Armand

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---Por Jorge Ferrer

«Hola, soy Jorge Ferrer», me presenté, era noche cerrada aquí en Barcelona, la tarde allá –muy tarde para una amistad que debió haber comenzado antes–, cuando te llamé a Caracas para pedirte recordáramos juntos la prodigiosa aventura de escandalar. Hablé como mejor pude. Soy torpe pidiendo favores, y malísimo conociendo gente. Enseguida se me nota que no es ejercicio que me dé especial alegría, que no es trámite del que suela salir airoso. Pero nadie parecía tener una dirección a la que escribirte, así que no podía recurrir a las letras, soldaditos que tan útiles nos son a los misántropos, y marqué tu número en Caracas. ¿Te acuerdas?

«Un dossier», expliqué, «los empeños editoriales del exilio, escandalar… Quiero que usted escriba, que usted recuerde…», y algo más habré dicho que ya he olvidado. Salí de esa conversación sin tener la certeza de que tendría tu texto que creía era el pilar que iba a sostener aquel dossier. Algo en lo que no me equivocaba.

Repaso ahora los mensajes que nos cruzamos en los días siguientes. Corría el mes de abril de 2005. ¿Los recuerdas? Tu primera propuesta fue que escribiera yo mismo sobre escandalar. Preferías que fuera otro el que levantara el espejo, antes que tomar tú mismo el pincel. Pero me bastó leer el primero de esos mensajes y llegar al final, avanzando a trompicones sobre tu prosa epistolar –sí, querido, tienes, además, una «prosa epistolar», ¡y tremenda!–, para saber que no ibas a poder escurrir el bulto, que esa batalla la ganábamos los dos: «Soy un solitario. Además siempre he vivido en Mongolia. O en la frontera entre Guantánamo y Mongolia. Un abrazo de su amigo, oa», escribiste.

¡Y ya eras mío! Mío, en el sentido en que lo es una ofrenda que te hace la literatura –esa venturosa patria de los solitarios– o la vida, o incluso ese espacio amplísimo en que son una y la misma cosa. No porque haya nacido yo en Ulan-Baatar o Guantánamo, ciudades ambas que no conozco, sino porque, escribiéndonos, los dos ganábamos lo que perdíamos: la capacidad de resistirnos a la seducción de la palabra escrita.

A partir de ese momento comenzamos a desenredar y a desenredarnos. Fueron mensajes largos en los que descubríamos qués y por qués, como cuando niño me embelesaba con aquella sección de El Tesoro de la Juventud: «El libro de los por qué». Alzheimer y Heidegger, Céline y Octavio Paz se pasearon por ahí. Y fue precisamente una paciente del primero, Auguste D., la que acabó haciendo que ganáramos la partida los dos, pero sobre todo los lectores de esas memorias-que-no-son-memorias que tuviste la delicadeza de titular «Una tarjeta postal para Jorge Ferrer».

La generosidad, mi querido Octavio, es un animal tan raro como el lobo de Tasmania. (Yo sostengo, contra toda evidencia, que del último quedará algún ejemplar asomándose por las noches a beber agua fresca del río Derwent.) La que me demostraste, y la que me regalas desde entonces, parece más un vicio que un regalo. Los últimos vienen envueltos en el celofán de una palabra muy manoseada; los primeros –en un mundo tan plano que ya parece convexo /converso/– son estrategias que nos permiten ufanarnos de la capacidad de sorpresa que todavía lo dota a uno, como al de Tasmania, para vivir cuando se nos da por extinguidos, para seguir juntando palabras, versos y prosas vivas, por mucho que tengamos el lomo tan rayado como el dizque extinto lobo meridional.

Te agradezco siempre que estés allá y aquí, y que practiquemos juntos la recia gimnasia de la palabra compartida.

Tu amigo,

jf

p.s. Continúa viento en popa la industria de los afectos: sigo circulando entre buenos lectores los libros que me haces llegar. Los elijo con mimo, ya sabes. Este tráfico de letras, que ojalá sea tráfico de influencias (literarias), me complace como pocas cosas.



Jorge Ferrer;escritor cubano exiliado en Barcelona.
Escribe el blog, "El Tono de la Voz"