Nunca le vi. Ni siquiera recuerdo su nombre real. Pero la desgracia se volcó en las bocas de las gentes del pueblo, en las miradas desconfiadas de los jóvenes, era un toque de atención en toda regla. ¡Pero los había que llamaban a los cangrejos! Metían la mano, el brazo todo, trababan el cangrejo al final de la cueva. La cueva no era más que una trampa sin salida.
Nunca le vi. No le recuerdo. Pero su historia la conté en el año 1995, ahora la publico. Yo, vendía las docenas a 15 pesos. Algunos llegaban casi muertos, sin alguna pata, la falta de alguna muela. Al resto me los comía. Me sorprende que lo que conté hace más de diez años, esté razonablemente sano. Duro. Vivito y coleando.
LA CAZA
/ Una historia de Pueblo /
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L. Santiago Méndez Alpízar / Chago
Siempre el fango
Las vísceras
de la mujer negada
El color indefinido de la cicatriz más exacta
Siempre al charco
La tuberculosis
en el mensaje del escupitajo
El encanto del degollado perro y
los ojos del niño
haciendo un nudo
Cazar cangrejos era divertido
pero
Ariel murió
con un palo de mangle
atravesado en la ingle
Siempre el fango
La mitad del cuerpo
es fango
y está en el charco
Cazar cangrejos era divertido
pero
Ariel murió de tuberculosis y
le creció un mangle desde el escupitajo de un perro
negado como
las vísceras de la mujer que
indefinía la cicatriz más exacta
del color
o
como los ojos del niño /bolas carrasposas
en el pavimento/
Ariel guardó
en la ingle
un mangle
y la muerte le creció
desde el fango
La muerte
el charco
el fango y
Ariel
eran lo mismo
Los cangrejos sabían
La Habana y 1995.
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