-7 Poemas inéditos de Luis Armenta Malpica en Efory Atocha.
----------------------ELEGÍA SEGUNDA
Orilla demorada del sudor y el cansancio sensual de ser feliz
por modestas victorias.
Esta piedad que se derrama en las soberbias ánforas con vino hospitalario
sirve para brindar otra palabra al verso, otro silencio al alba.
Turbia cruel desazón la del recuerdo que se ha quedado fuera
que no llega a dormir ni en los dinteles
pero tampoco avisa que se cambió de calle, de país, de memoria.
Este gusto amarillo, hermético en los ojos
que destilan los labios al pronunciar las letras cabalgantes
penetra por la piel, la afina y rasga
con el suntuoso aceite de los sueños concluidos.
Basta decir, callar, trasponer un acento, modificar un punto
exponer una rima, enrocar los pronombres, sentarlos en el viejo sofá
de entre las sienes, para que el vino amargo se haga dulce
y cambien los sulfuros por tialina
y esta casa renueve sus tapices, las orlas del mantel, el parqué
de la entrada. Y que la boca vuelva a sentir ese perfume a tiempo
mucho antes que la luz alcance al hombre que recarga su mano en el balaustre
porque se siente viejo al no escribir. Al no llegar a casa.
Al no tomarse un trago de su amorosa vida.
Tus labios lo aprisionan.
Escurre el zumo por tu cuello descalzo (la cabeza hacia atrás)
con sus gotas minúsculas, guerreras.
Qué sucede allá abajo, en un bosque conífero imposible
si la nieve domina el horizonte.
No lo sabe la luz
el aroma rojizo que despierta a la tarde de su aridez profunda
ni la nube de pájaros que buscan su semilla bosque adentro.
Solamente el deseo
que se muerde los labios
antes de que la lluvia derrita la pureza de una trusa
y el fruto de los hombres llegue al cielo
por la vía más sagrada.
Para todos los que eres
con tus vastos azoros, tu redondez salvaje y misteriosa
que alabo y apaciguo entre las sombras
tengo un árbol de otro árbol
sus escarchas y nidos, la esquina de su noche y un sol de ramas altas.
Nombre y fecha cruzados por la jara de esta ciudad a medias
y su homenaje al oro
resultan inauditos para el follaje seco que nos mira elevar una oración de savia
en la raíz más rígida del cuerpo
sin explotar
en lumbre.
miserable.
Para este lento adiós no tengo abrigo
(continúa en el perchero)
ni sílabas de nieve.
Un sol ateo
se desvela mientras alumbro lo que mi piel despide:
el cortejo de una sombra enterrada bajo el césped
el rumor de la charla entre los grillos
un arrollo de orugas sobre esta hoja de maple que renuncia a sus alas
de colores...
tanta vida entre las ramas tibias
de tu nombre
Emparedado, sobre una hoja
el amor
va en hombros de la hormiga.
Se necesitan cientos
docenas de centenas de rojas coterráneas
de glóbulos en orden por la sangre
para llegar al sitio que lo salva.
(mucho mayores)
y a veces no podemos ni con las hojas en las que damos cuenta de la hormiga
ni con el propio
pecho
del contrario.
------------------------PARA LLEGAR AL SITIO
¿se irá también el árbol que lo enlaza?
¿El bosque y el arrollo? ¿Este canto que sobre
el agua dejo?
sin cuerpo y sin montura, sin paisaje, sin ojos.
Porque el canto es mi vuelo aunque no exista
el ave
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se afana en revelarme
su silencio.
sin el agua del tacto
en el poema.
que lo he escrito en las aves.
en la jaula del cuerpo.
mis cantos funerarios.
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Luis Armenta Malpica (Ciudad de México, 1961). Es poeta, traductor y director de Mantis editores. Ha ganado cuarenta reconocimientos nacionales e internacionales en poesía, cuento y novela, entre los que destacan los premios “Clemencia Isaura”, “Efraín Huerta”, “Ramón López Velarde”, “Alí Chumacero”, “Benemérito de América”, “Amado Nervo” e iberoamericano de poesía “Continentes”. Expremio de poesía Aguascalientes, en 1996.
Libros y poemas de su autoría han sido traducidos al inglés, francés, alemán, italiano, catalán, rumano, portugués, árabe y ruso.
Autor de 13 poemarios publicados: Voluntad de la luz, Cantara, Terramar, Des(as)cendencia, Vino de mujer, Nombradía ―desde el hielo anterior, Ebriedad de Dios, Luz de los otros, Ciertos milagros laicos, La pureza inaugural, Mundo Nuevo, mar siguiente, Sangrial y El cielo más líquido.
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La presente seleccción fue hecha por el poeta Agustín Labrada, residente en México y director de la Revista Río Hondo.
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