martes, 30 de junio de 2009

Willian Navarrete: 3 poemas

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Tres poemas (inéditos) de William Navarrete
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CHASCARRILLO DE SAN JUAN

Le ofrezco este solsticio
al pueblo que es la puerta
de la cuenca donde los hombres
nacen cantándole a la lira,
al rocío que cura los males.

Quien se embadurne el cuerpo
de rocío de naranjo en flor
podrá librar de las ataduras
de los siglos a las reinas moras,
hará bramar a los dragones
y pondrá a volar entre enjambres
de espíritus a los caballucos del diablo.

Vaciará de su veneno a las víboras
quien agasaje la fecundidad del sol
repitiendo sus aros de fuego
sobre las piedras estériles,
cansadas de la coz que pisotea
la faz de la tierra con descaro.

Se abrirán de par en par las puertas
de los palacios encantados
para que la luz de las antorchas
estremezca al monstruo en su morada
removiendo las mortajas olvidadas
bajo un lecho de helechos florecientes.

Le regalo mi fiesta de San Juan,
la misteriosa noche en candeladas,
a quienes lo ahuman todo,
mieses y huertos, huertos y mieses
para regocijo de los niños
y temblor de la mujer casamentera
en la ansara de su noche infinita.
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CALOR DE TÉ

------------A Sophie Dussaud

La bondad no es palabra de profetas,
ni se esconde hondo a donde sólo llega
quien cava pozos o descubre en un salmo
el sentido caprichoso de la perfección.

La bondad está, a veces, detrás de la puerta
que atraviesas con prisa cada día,
y para penetrarla sólo necesitas aceptar,
como si no existiera nada más en este mundo,
el calor que desprende una simple taza de té.
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LID DE MOTIVOS

La sobrevivencia es el arte
que ha hecho de Chichaoua
algo más que una encrucijada
en las rutas que se disputan
desde tiempos inmemoriales
la tierra, el cielo y el mar.

Allí los ómnibus vomitan
un mar de leva de seres
calcinados por la inclemencia
del yodo que parece agotarse
ante la misma voracidad
con que muerden las alfombras.

En el remedo de una plaza
no cabe un alborozo más
de parte de los chamuscados
complacidos que arrastran
el sudor fresco de los telares
como panzudos bergantines de Indias.

Una institutriz de Gironda
intenta explicar en vano
a sus ángeles traviesos
la abstracción de una cabra
huyendo, en un mar de sangre,
de la geometría perfecta del reptil.

El jolgorio febril de los rollos
nos impide saber, a la institutriz,
a los ángeles y a mí,
si en la lid de los motivos
se ovillan las serpientes sobre
los cuerpos vencidos de las cabras.

Un narguile es la torre almenada
refugio dorado de cristal y humo
en el fondo de un café de barrio
a la espera del milagro de la luna
vencedora de los aluviones
escapando de la incógnita negrura.

Ahora que Chichaoua recobra
la geografía anónima de sus muros,
puedo sentir el aroma del azúcar,
la ardiente melaza de otros tiempos
percutiendo al ritmo de un bendir
el ahouach que palmotean los hombres.
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Otras colaboraciones de WNavarrete en Efory Atocha, Aquí, Aquí...
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William Navarrete (Cuba, 1968). Escritor. Reside en París. Ha publicado varios libros de ensayo: La chanson cubaine: textes et contexte (2000) ; Cuba: la musique en exil (2004), Catalejo en lontananza (2006) y 1902-2002. Centenario de la República Cubana (colectivo, 2002). También las antologías Insulas al pairo (poesía, 2004), Versi tra le sbarre (poesías de presos cubanos, 2006) y el homenaje a Lezama Lima Aldabonazo en Trocadero 162 (33 autores, 2008). Publicó su poemario Edad de miedo al frío (2005), Canto al pie de los Atlas (Milán, 2006) y Lumbres veladas del Sur (2008). Sus monografías críticas han visto la luz en la colección "Visión crítica", de la Ed. Aduana Vieja, siendo la última la que editara junto a Jesús Rosado sobre el pintor Humberto Calzada. Recientemente publicó ficciones sobre obras maestras del Louvre en el volumen La canopea del Louvre (2008).

lunes, 29 de junio de 2009

Elena Tamargo: palabras para Raúl Ortega + Poemas inéditos de R. Ortega

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Sin grasa y con arena
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Unas palabras para acompañar la poesía de Raúl Ortega
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---Por Elena Tamargo
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----------Y donde el humano suele enmudecer en su tormento,
-----------un dios me concedió el don de decir cuánto sufro
-----------------Goethe
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Es recurrente en mi escritura tomar en cuenta la poesía alemana, como también lo es mi apego por la poesía del dolor, pero de manera especial, aquella cuyo sufrimiento ha sido provocado por una ideología, por el exilio, por la retirada del sitio natural de enunciación, tal vez porque en esos modelos poéticos los discursos se ven muchas veces obligados a estructurarse sobre la base de lo otro, y se tejen con un hilo invisible que se resuelve en parábolas, como único modo de liberación de las posibilidades confinadas del testimonio; un trabajo semejante al de la incineración, porque, bien lo sabemos, toda escritura nace como una necesidad testimonial, interrogándose sobre la naturaleza de aquello que no puede dar fe de su existencia, esa otra no lengua que se habla sola, de la cual nace, en una perpetua renovación, el lenguaje útil del poeta.
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Por comodidad nombramos esta escritura de lo exiliar, como si alrededor del exilio, de cada propia interrogación todas las preocupaciones encontraran su verdadera significación, y no una huella que visita sin permiso la memoria, un mandato impostergable que plantea sus exigencias más allá de las simulaciones y los abandonos, una distancia que se proyecta desde su opaca lejanía y pinta con colores ideales una visión del mundo que se realiza y se da sentido a sí misma en esa búsqueda.
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¿Por qué no somos nada sin aquella tierra? La cubanía como opción, otros modos de nombrar la patria, la experiencia humana y el exilio primordial, la doble pertenencia, la acumulación ilimitada de los préstamos culturales, el exilio de la palabra o la palabra exiliada, son generalmente las invocaciones y los reclamos de un poeta cubano fuera de su tierra. Sin embargo, Sin grasa y con arena, el más reciente poemario de Raúl Ortega, “dedicado” a la ciudad de Miami, es un libro de una extraña y trágica reclamación, con formulaciones polémicas, rápidas, visionarias, donde el poeta se rebela contra la supuesta ciudad del amparo.
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Por efecto de una extraña dialéctica, en este libro se padece un hallazgo creativo que se erige contra la más permanente fantasía de un cubano, que es cruzar el mar y tocar Miami, pero una de las mayores virtudes de Raúl Ortega al enfrentar la crítica en este poemario es hacerlo sin las limitaciones de la cercanía ni los compromisos políticos e ideológicos que tanto han estorbado y limitado el despliegue libre del pensamiento intelectual cubano, como también sin desencanto, más bien con un digno y justificado rencor, porque el hombre de esta escritura es, al decir de Tzvetan Todorov, el hombre desplazado, el que se rinde ante la evidencia de no llegar a ser jamás, plenamente, ni siquiera cubano, porque en esa ciudad del mito y de la esperanza es, precisamente, donde el poeta ha encontrado la mayor de las soledades, linguísticas y carnales, que no es ni siquiera la tragedia de perder la cultura de origen a condición de adquirir otra, ni de sustituir la lengua madre, que como todo lo materno es insustituible, se trata de una tragedia mayor, la de haber arribado tal vez a la conclusión de que nuestro pueblo, con la madurez que le otorga una historia azarosa y un tanto injusta, en vez de construir a veces parece estar destruyendo una identidad que se escabulle hacia un ámbito donde unas voces reclaman sus derechos e impiden los de otros. El poeta que emerge de estos versos intenta sepultar la última de las opciones, la última de las ciudades, consciente de que uno de los mayores sufrimientos de un poeta es topar con aquello que no remita a sí mismo. Y para Raúl Miami ha sido la amenaza de hacer del origen un peso muerto, una visita melancólica.
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Cuando el poeta judío alemán Paul Celan no sentía ya necesidad de justificar su origen ni su pertenencia a una cultura asesinada, al ser interrogado acerca de por qué aún seguía escribiendo en la lengua de los que habían matado a sus padres, dijo, “porque el poeta en otra lengua miente”. Celan, como otros tantos, eligió el papel del testigo sobreviviente, del que alcanza el umbral de lo indecible, pero no deja de decir. Raulito Ortega, que tanto tiene de este poeta, que tanto lo ha leído, siente confirmado que cuando un hombre decide escribir no tiene más que una lengua, la poética; y vino a buscar esos oídos a la ciudad con que han soñado muchos, pero lo que se ha encontrado es que la ciudad de Miami, la última ciudad fundada por el hombre, una de las más modernas, la ciudad del delirio, del cuerpo, del triunfo, la ciudad creada por la fantasía de un pueblo triste, ha sido arrebatada también a ese pueblo por una epidérmica espiritualidad. Eso nos dice este excelente poemario.
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Y si hay un poeta que resume una década, la de los ochenta, una Dassein (esencia), al decir de Heidegger, una transgresión y una honradez, ese es Raúl Ortega, quien más alto ha puesto a la mujer cubana de los peores años, quien ha visto el cuerpo femenino como un templo y no como un performance, a quien la realidad lo obsesiona, y por eso incorpora su pérdida, la reitera para agotarla definitivamente, la funda en la ausencia, porque él sabe que no se escribe porque se está en un sitio, sino porque ya no existe un sitio posible donde escribir.
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Este es un libro sobre el odio. El poeta puede acordarse de la gran seriedad con que alguna vez cultivó su fantasía, y poniéndola en igualdad con sus ocupaciones que se suponen serias, arrrojar la carga demasiado pesada que le impone la vida y conquistarse la elevada ganancia de placer que le procura el rencor, estos versos dan fe de mis palabras: Sí, sí hace falta el rencor, tanto como la silla eléctrica, la inyección, la soga, el martillo, el vaso de agua debajo de la cama. No he visto a nadie sonreír con la bota del prójimo encima de los ojos, aunque después afirme que sí delante de las cámaras. Quienes aconsejan poner la otra mejilla, dicen que el rencor es dañino, veneno para el alma, bolo fecal que no debe quedar dentro. Mas se equivocan. Para odiar también hay que tener valor, y hay flores que le deben su vida al excremento; brotan sobre las plastas que deja el ganado en el potrero, y esa flor es el orgullo necesario para volver a sonreír, después del chorro de meado sobre el rostro.
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Dicen que la fantasía acompaña hasta la muerte a los verdaderos poetas, esa que viene de la infancia, la que le hizo decir a Holderlin que la poesía es “la más inocente de todas las ocupaciones”, y a Miguel Hernández recomendarle a su hijo, “desperté de ser niño, nunca despiertes”, entonces ha de ser para un poeta un crimen enfrentar la destrucción de una fantasía, o de la última de las fantasías, sobre todo si prescindimos de los poetas que recogen materiales ya listos y consideramos a los que parecen crearlos libremente, esos que nos procuran el goce genuino de la obra poética que proviene de la honestidad, la valentía y la liberación de tensiones en el interior de nuestra alma. A estos últimos pertenece Raúl Ortega, que como el propio Holderlin, también piensa que los poetas deben entrar con la cabeza descubierta hasta el mismo centro de la tempestad.
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4 poemas (ineditos) de Raúl Ortega



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-Un cuento que no es cuento

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-------------------------------------------A Carlos A Díaz Barrios

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----De niño coleccionaba amebas, hojas secas, piedrecillas mordidas por el mar, instrumentos que tenían que ver con la ternura. En cuanto le llamaron hombre, le obligaron a tirar su colección por la taza del baño, y comenzó a juntar erizos, alambres de púas, aguijones, ponzoñas, dardos envenenados que tenía que disparar de cuando en cuando; pero sobre todo se rodeó de cactus, chicos, medianos y enormes cactus, y él parado en el centro, así, vigilante, con un pico en el hombro… por si acaso.

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Fue la única manera que encontró para defender lo que había sido.


Higiene bucal o Caperucita Roja de la mano con el lobo mientras lo acompaña al dentista

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Qué alegría saber que la patria es un negocio, o una perra sarnosa a la cual se le da una patada, y ella mueve la cola agradecida; o una palabra con ladillas en la boca de los oportunistas, o un globo que se infla para viajar en primera clase hasta el pueblecito de los que tienen casa sobre los precipicios.

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Qué gran tranquilidad arrojarse de cabeza en el mapa y no tener hacia dónde nadar, ni tropezarse con una boya puesta por un náufrago, o un coco seco a la deriva que te salga al encuentro sin decirte su nombre.

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Y qué orgullo cuando busqué en mí mismo, e introduje la mano hasta ese agujero donde dicen que se esconde la rata que es el alma, y disfruté de un lindo viaje por las alcantarillas.
Desde entonces me levanto temprano y beso a mi mujer, y ella me dice, sonriendo, que ya no tengo en la boca ningún sabor que le recuerde la amargura.

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--------El viaje

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----Ya no nos vamos a reunir nunca más: ni tú, ni yo, ni éste o aquél. Puede que nos volvamos a encontrar arrinconados contra cualquier esquina de la Tierra, pero juntarnos como antes a decir que era redonda y que giraba, ni soñando. Ahora estaremos muy entretenidos en la manera más exacta de utilizar el odio.

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-------Sin grasa y con arena

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----En cuanto uno aterriza con la idea del sueño ―aunque eso de aterrizar no sea más que un eufemismo― ya te están esperando para ponerte en cuatro patas, hasta que todos miren por el ojo de atrás y se te vea la garganta, la desnudez del grito. Más tarde, cada uno por su lado ―sin excepción repito― se encargan de esconder cada gota de grasa (hablo de la esperanza, digo) para que ni pienses que podrás resbalar sobre un solo minuto de la vida. Y con un trozo de madera que mojan una y otra vez en el cinismo, y una y otra vez restriegan en un montón de arena (que tienen preparado en una de sus playas), te atraviesan con saña, como si estuvieran limpiando la boca de un cañón.
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--Poco importa si gritas o te quedas callado. Se trata de empujarte a comprar la pistola para que termines disparando contra ellos en medio de un mercado y se te cumpla el sueño.
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Raúl Ortega Alfonso, La Habana, Cuba, 1960. Publicación del poemario Las mujeres fabrican a los locos, Editorial Abril, La Habana, Cuba, 1992. Colaborador de la sección “Noterótica” de la edición Mexicana de Playboy, 1996, México, D. F. Columnista del suplemento cultural Sábado, del periódico UnomásUno, México, D. F., 1997-1998. Publicación del poemario Acta común de nacimiento, Editorial Praxis, México, D. F., 1998. Publicación del poemario Con mi voz de mujer, Editorial Arlequín, Fonca, Guadalajara, México, 1998. Segunda edición del poemario Las mujeres fabrican a los locos, Editorial Praxis, México, D. F., 2003. Publicación del poemario La memoria de queso, Editorial La Torre de Papel, Miami, Florida, 2006. Publicación del libro-objeto de poemas y grabados Desde una isla, en colaboración con el pintor Carlos Alberto García, 1997, México, D. F. Actualmente radica entre la ciudad de México y Miami.-
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ELENA TAMARGO: La Habana, Cuba. Premio de Poesía de la Universidad de La Habana, 1984; Premio Nacional de Poesía “Julián del Casal”, de la UNEAC, 1987. Germanista y Filóloga; Doctora en Letras Modernas. Académica, ensayista y poeta. Traductora de la obra de F. Hölderlin. Entre sus libros de encuentran: Sobre un papel mis trenos, Habana tú, El caballo de la palabra, El año del alma, Poesía de la sombra de la memoria y Bolero, clave del corazón. Después de una estancia en Rusia y otra en México, ahora vive en Miami.
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Otros textos de Elena Tamargo en Efory Atocha, Aquí...
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jueves, 25 de junio de 2009

Amada Hernández Velázquez: poemas

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Tres poemas (inéditos) de Amada Hernández Velázquez

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Comunes

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La noche es un cuerpo roto,

respiro sus astillas para escapar de la mirada del amante

que oscurece la intención que le tiembla en los labios.

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Me basta respirar para tragarme la muerte,

para amputarle el deseo al abrazo,

para posar mi memoria masturbada entre el vientre que duerme.

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Soy mujer de verjas abiertas al olvido,

de amoríos con estrellas fugaces,

de calles extraviadas en un orgasmo,

de pechos que se extirpan en la seducción,

de sombras de conciencia,

de tiempos acabados.

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Soy mujer porque es lo único que queda.

Se acabó el vacío,

el silencio,

la ternura de la raíz podrida,

el beso con vulvas,

la palabra que enciende las cenizas del sonido.

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Todo es común,

tan común como el final,

como la medianoche

o la muerte.

Sólo se salva la mujer en la pisada del desprecio,

en el aliento del abandono,

en la frazada de la caricia.

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Comunes, tan comunes como las esquinas de un cuerpo.

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Discurso de la sombra que se niega a morir

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Yo te parto en dos,

noche.

Yo escupo tu grandeza

con la oscuridad de mis adentros taponeada

por el fuego de otro cuerpo.

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Yo soy grande,

más que tú.

Yo le exprimo la vida a la vida

y después me vacío del latido extranjero que late dos veces.

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Mira cómo estoy en mi trono:

con las piernas abiertas,

mis brazos asfixiando a otra voz

y el grito de tu miedo latiéndome en la cara.

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Soy tu noche,

noche.

La oscuridad que te oscurece,

y te opaca,

y se planta,

para verte humillada,

a la sombra del garfio que te niegas a olvidar.

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Cuando no me envidias,

también soy tu orgullo.

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Cuando no te vejo

también eres yo.

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Para matar la herida

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Una quiere asfixiar la herida con un beso.

Quiere hilvanar con roces

los vacíos que al hombre le caben en el pecho.

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Shh…

No hables del césped que mastico

para acercar nuestra distancia.

Apaga la vela

con la humedad de mi voz que se escondió debajo de tu uña,

los secretos dan miedo

y mueren en la sombra.

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Platícame del hueco que cargas debajo del rostro,

del que traté de llenar con la mirada.

Te diré mi secreto.

La mujer es una nube

que carga el milagro entre las piernas

para soltarlo como un temporal en mitad de los cuerpos.

La mujer también es un foco apagado

que regala su brillo,

un secreto de dioses,

y el secreto es un eco del olvido.

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Amada Hernández Velázquez (Ciudad Mante, Tamaulipas, México, 1984). Licenciada en Ciencias de la Comunicación (Universidad Autónoma de Tamaulipas). Ha publicado sus poemas en revistas literarias impresas y electrónicas de España y Estados Unidos.

miércoles, 24 de junio de 2009

Jesús E. Jambrina: poemas

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Tres poemas (inéditos) de Jesús E. Jambrina

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MARCOS

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Hoy lo vi

y tenía el rostro que yo amaba.

Ahora me habla de Carmen y el niño

los viajes por la malanga.

Ahora me mira lejos, tembloroso

como si un grito ancestral lo llamara;

como si estuviese dispuesto a volver

a escribir su nombre en mi puerta,

a emigrar definitivo a su playa.

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ISLA

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ya no existes: te has dispersado

en la magnífica geografía,

esa que tanto negaste en tus sueños

más sublimes y ahora,

terca y sorpresiva, vuelve

para cobrarse tus odios.

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FEDERICO

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Cabezas en el agua

Huecos en los pasillos

Flores en los baños

Cohetes en los palacios

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Manos en los burdeles

Ratas en las azoteas

Sinsontes en las rodillas

Salamandras en las iglesias

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Vasos en los aeropuertos

Cuchillos en las arenas

Vacas en las cavernas

Toros en los encuentros

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Alas en los balcones

Grillos en la tendedera

Fuegos en los colchones

Gritos en las compuertas

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Se graduó de Periodismo por la Universidad de La Habana en 1994. Fue co-autor de la tesis La simulacióin en la vida del cubano (1994). Trabajó como reportero primero y editor después de la página cultural del periódico el habanero y su suplemento Tertulia (1994-1998). Pasó a la revista Revolución y Cultura donde trabajó como reportero (1998-2000) .

Formó parte del primer grupo de estudiantes de Maestría de Estudios Latinoamericanos en la Universidad de La Habana (1998-2000). Viajó a Estados Unidos en el 2000 por invitación de la Asociación de Estudios Latinoamericanos (LASA por sus siglas en Inglés). Obtuvo su Maestría y Doctorado por la Universidad de Iowa en el 2005 con la disertación titulada El vacío habitado: la poesía de Virgilio Piñera (2005). Actualmente se desempeña como profesor asistente de Literatura e Historia Latino Américana en Viterbo University, ubicada en el estado de Wisconsin, donde además coordina el Programa Latinoamericano de dicha institución.

Jambrina ha dado a conocer sus trabajos de investigación literaria y cultural en revistas cubanas, dentro y fuera del país, así como en revistas academicas de Estados Unidos. Sus intereses abarcan la literatura cubana y caribeña, los estudios sobre sexualidades y recientemente la literatura de los latinos en Estados Unidos. Tiene terminado el libro Un secreto a voces, lecturas queer de literatura cubana (2006) y trabaja en la ampliación de su estudio sobre Piñera.

Jambrina es también autor literario, su libro de poemas Nosotros y las tortugas Aterrizaje (2007).

Jambrina reside en la Ciudad de Iowa, estado de Iowa, Estados Unidos.
(2008) fue publicado por la editorial Fuga de Santiago de Chile y tiene terminado un libro de relatos cortos titulado

Foto tomada de la Web.

martes, 23 de junio de 2009

Rogelio Saunders: Relato

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Un Relato (inédito) de Rogelio Saunders
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El sueño

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-----Estaba de visita en lo del maestro H., de quien me habían hablado maravillas, cuando hicieron pasar al campeón B., que estaba de paso.
-----Sirvieron más té.
-----Levantamos nuestras tazas y bebimos en silencio.
-----Transcurrió media hora.
-----—Soy el mejor, si duda —dijo B. —. Pero algo me falta.
-----Era a la vez una afirmación y un desafío.
-----El maestro carraspeó y señaló una abertura situada a la izquierda, cubierta por una cortina, y en la que hasta entonces no me había fijado.
-----—Si logra atravesar el pasadizo y salir del otro lado, podrá dar un rodeo por el jardín y volver a este cuarto. Entonces no le faltará nada.
-----Incrédulo, el campeón miró la cortina.
-----—¿Ésa?
-----El maestro afirmó con la cabeza.
-----H. se levantó decidido, fue hasta el agujero y levantó la cortina.
-----Inmediatamente se escuchó un rugido.
-----El campeón retrocedió un paso.
-----—Es un tigre —dijo.
-----—Tonterías —dijo el maestro—. Ese tigre no existe o es sólo un sueño.
Olvídelo todo y avance por el pasillo.
-----El campeón tomo un nuevo impulso, levantó la cortina e introdujo medio cuerpo.
-----El sonido que escuché entonces fue indescriptible. Parecía el alarido espantoso de una criatura desesperada, sola como no lo había estado nadie nunca. Se me erizaron todos los pelos de la cabeza.
-----Recordé de pronto un cuadro famoso, tomado al natural en la India. El dibujante había captado con rara perfección el salto de un tigre. Era lo único que había captado: el salto. Pero por alguna razón resultaba imposible olvidar esa imagen.
-----Cuando bajó la cortina, el campeón B. tenía el rostro color de cera y el pelo completamente blanco. Salió sin decir nada, arrastrando los pies como un anciano.
-----—Pero, dígame —le pregunté al maestro H. un poco después, intrigado por el misterio del pasadizo—, ¿de verdad tiene un tigre allá dentro?
-----—Compruébelo usted mismo —dijo H., quitándose una mosca del rostro.
-----Fui hasta el agujero y levanté con mucho cuidado la cortina. Debajo, el suelo del pasadizo parecía de grava, aunque luego comprendí que se trataba de hierba seca. Parpadeé un poco todavía, incrédulo, y aventuré una mano en lo invisible. Entonces lo reconocí, al viejo olor, inconfundible entre los cientos de miles de olores de la selva. Allá en el fondo, colgando en la oscuridad como dos lucecitas de San Telmo, me miraban las pupilas alertas y juguetonas de un tigre de Bengala.
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Otras colaboraciones de RSaunders en Efory Atocha,
Aquí, Aquí, Aquí...

lunes, 22 de junio de 2009

Santiago Méndez/ Chago: poemas

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Tres poemas (inéditos) de L. Santiago Méndez Alpízar

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-------------IV

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Trocitos de la representación

aceitados los momentos se visualizan /

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un cerebrito humeante sigue siendo cerebro

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Lo mismo queda la ocasión /

la memoria es tan erizada

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Mejor con algo de empeño

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Mejor saltar

dar señas de alegría

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empuchar la cabeza:

poner rostro de día relativo

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Conceptual que lo que estas trabando es la vida- -

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------------II

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Si realizara(s) un corte sagital

quizá

lograría(s) el hedor

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La mazamorra que abunda donde las flores albas

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-----------------I

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En la jofaina los pies /

agua con sal

bicarbonato

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Agotamiento como de zampoña /

azul y de otros azules olvidados

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Música mojada

de agua

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mojaita /

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pasada por lluvia la vida /

--------- -la concordancia:

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yo de resguardo

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Hijo del muerto llegado hasta el santo /

con más preguntas que placidez

más caminos que morriñas

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Atizo ascua /

espanto cualquier certeza irreversible /

hinchado de certidumbre acopio en sombra

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Regreso a los muertos de mi casa

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Marbete en las vejigas de lo escaso

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Foto: Arles Iglesias

Poemas del cuaderno inédito: Resabios.

jueves, 18 de junio de 2009

Efory Atocha: Roto y con Música

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Regresamos el Lunes: problemas con el PC me hacen imposible publicar hoy y mañana. Aprovecho y subo algo de música: Feliz fin de semana y sanos humos.
-------SM /Chago
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miércoles, 17 de junio de 2009

Andrés Mir: poemas

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Tres poemas (inéditos) de Andrés Mir

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Los libros pueden postergarse, la vida no.
No el despeine atento en la mirada, jamás
el paso del cancerbero ante tu puerta y esa especial atención
al olisquear alternados pasos, pasos evaporados quizás.
Mi buen amigo: correr con las manos en la cabeza,
es vida acaso, cómo uno dice: esta boca es mía
en un rostro ajeno; cómo se cansa –atributo persistente en la vigilia–
de tomarse en serio el agua y beberse la existencia; esta boca es mía,
fiel amigo adicto al azogue: esta necesidad de sentirse completo.
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Los libros si, ellos al parecer, nacen del sudor que calma la sed de los ángeles;
esa naturaleza objetual –tan distante la fuga. Pero gozar de este invento
al llenarte el pecho, nada más socorrido
que un día tras otro,
gozar de la contemplación y el devaste del hombro descolgado
es llenar su arquitectura de sentido, impostergables páginas
---------(de postergables libros)
que te vuelan la cabeza con sus disparos a medianoche
mientras (el paso d)el cancerbero alza la vista al cielo y observa
cómo caen con soberbia de lápida
las –trepidantes– hojas del calendario.
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Mis dientes son los dientes que me rodean:
es la mordida del otro costal la que tuerce mi harina,
y nunca lo contrario; soy el que observa al ser observado,
el que acusa en vísperas del veredicto, soy el que mata de vivir
en cada jadeo insoslayable.
No trates de separar mis órganos, definir los tejidos, a cada célula
otorgar un nombre: una sola sustancia soy,
mixtura de azufre y pluma, vienen
a beber las aguas que mi río destila sin sospechar
su partida de nacimiento y muerte, y al hundir
las palmas en esta corriente agotan la danza de mi lengua al robarse
rebanadas del líquido vital y mortífero.
Los muchos seres que soy esperan ansiosos a quienes se suponen fuera de mi:
baja esta sed garganta abajo como un puente y bajo sus tablas
persisten en pasar los de hombros huérfanos en quienes me repito
con fidelidad de sombra. No es mi culpa entonces admitir
el común pecado que mis vigilantes no admiten: albergan
las múltiples naturalezas unívoco germen, semilla de frutos divergentes
que al despeñarse de sus ramas fueron a dar
con la tierra que nadie les prometió.
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Al torcido, bastón; al contrahecho, ropajes de sedas;
nada hay que ocultar en un cuerpo bajo cuya piel carne fluye: las cicatrices siquiera.
Quien presume suele carecer, quien dispone otorga en silencio.
Le veo acaso, altivo miope, sin alcanzar
las humildes lecciones de la hierba y la brisa
que algún día lamerán su breve tumba.
Tanta arquitectura por gusto: habrá quien festeje
no la daga sino el arte de quien forjó su acero,
porque nada en el puño inspira al recuento de verbos.
¿De qué hablamos pues, sino del oficio de los hilanderos o la pericia de algún poeta
que adivinase en un cúmulo de objetos la presencia del vacío?
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Alcanzar la desnudez suele resultar lo más difícil.
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Sobre Andrés Mir, Aquí.

martes, 16 de junio de 2009

Mariana Bernárdez: poemas

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Tres poemas (inéditos) de Mariana Bernárdez

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El aire simple no divide los cuerpos

no hay espacio de dos sino un único ciclo

donde el crepúsculo se trasmina

----------entre cortes de hilo

y tardes que alguna vez

fueron bienaventuranza

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¿quién habría de rasgar tanto resuello

sino las palabras en navaja acertada?

¿y luego no era inevitable

----------desbocarse en viento

-------------y huirse hacia donde fuera?

-

Allá

-

y no sabía dónde quedaba allá

aun de imaginar monte y nube

nada era tan distante

-----------para arrancarse

-------------desde dentro

----------------y abrevar luces

a pesar de tanto y tan poco

-

¿dónde queda lejos sino

en el afuera de tu cuerpo

cuando polvo eres

más que en mí?

-

Qué poco es sernos

cuando sólo somos cuerpo

que se va desconociendo

de tanto romper el vuelo de los dedos

y así te miro

y nos miramos

siendo los mismos desde antes

talvez ahora

un poco más herida

un poco más latido.

-

-

El árbol seco

mora a seis pasos de la puerta

----------todavía blanca

aún si miras desde el patio

puedes vernos diciéndonos adiós

fría mañana de domingo

cuando detrás dejaste vestido y velo

-

mañana donde supe que para mí

no habría quien cerrara puertas

y asegurara la posibilidad de habitar un regreso

-

y fui quitando recuerdos

vaciando cuartos y apilando muebles

-----------revisé papeles

quemé fotografías

quise aligerar el peso de lo vivido

alegre en la inocencia que da la esperanza

salir rayo en silbo hacia lo inusitado

-

y ya ves ni la velocidad mora donde debe

------------ni la vida vence quieta

testimonio es la risa queda

de tu cuerpo pariendo

o el recuento de suturas en la piel de mi amado

o por qué negarlo el mío tan lleno de alforzas

--

Quién pudiera amar con el corazón limpio...

--

pero estamos aquí

------------

escucho el chirriar de las puertas

que se niegan

------------a pesar de las llaves

------------a ser abiertas

y suena el mundo en su inacabable moverse

--

¿y la vida?

----------la vida estalla

en una hermosura inconmensurable

que rebasa cualquier entendimiento.

-

-

Renacer en la sinuosidad de los labios

que abren su profundidad a lo insondable

anverso de tu pupila diluyéndose

-

Perder sin saberlo

la posibilidad de estar allá

donde lejos queda más lejos

pero estamos aquí

sujetos a un cuerpo

----que no nos requiere

-----------como quisiéramos

o quizá sea al contrario

-

---------- poco es lo cierto

a pesar del horizonte

a pesar de tanto

-

y te acaricio de noche mientras escucho

el ajetreo de los coches

los juegos de algún niño

-

y te huelo en lo primigenio del tacto

-

y te reconozco.

-

-

Mariana Bernárdez, www.marianabernardez.com, sus últimos títulos publicados en poesía Liturgia de águilas. México: Col. José Yurrieta Valdés, Universidad Autónoma del Estado de México y Editorial La Tinta del Alcatraz, (2000); Sombras del fuego. México: Col. Punto Fino, IPN, Fundación Alejo Peralta y SEESIME, (2000); y en ensayo María Zambrano: acercamiento a una poética de la aurora. México: Col. Alter Texto. Teoría y Crítica del Departamento de Letras de la Universidad Iberoamericana, (2004); La espesura del silencio. México: Col. Cruce de Milenios, crónica de nuestros días, (2005); y Bailando en el pretil. México: Universidad Iberoamericana, (2007).

Foto: José Coria.