martes, 31 de marzo de 2009

lunes, 30 de marzo de 2009

Boris Larramendi: Libre

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Nuevo CD de Boris Larramendi: "Libre"
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Aquí les dejo un Vídeo Clip que le realizara Carlos Carca.
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Proximamente Efory Atocha estrenará una entrevista-reportaje con Boris Larramendi.
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El CD "Libre" de Boris Larramendi se puede comprar, Aquí.
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jueves, 26 de marzo de 2009

Ana Margarita Mireles: poemas

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Tres poemas (inéditos) de Ana Margarita Mireles

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------Habbeas Corpus

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Las tres arañas del ensueño hilan

un cuerpo ajeno a su labor de vieja

y mientras tejen la vulgar madeja

en el abismo otros cuerpos oscilan

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Ensarten mal el ojo de la aguja

ensarten bien, vislumbran los azares

que en un místico ascenso de burbuja

trastocan los designios oculares

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Colgados, los amargos terrenales

piróforos ingenuos que titilan

esclavos del enigma de la gula

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¿Quién va a exceptuar los álfidos costales

de arañas como bestias que vigilan

El cuerpo es un arquero que fábula

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------Cena con Quevedo

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El oro brocado en los festones

devora la luz que se avecina

los mármoles sobrios son jirones

de cábala y sombra mortecina

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Banquete extrañísimo. La estancia

convoca los fríos conjurados

rumoran los ángeles posados

sobre la fuente de voraz fragancia

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Se extienden bajo el ala de la ausencia

los hijos prodigiosos del orfebre

los vanos esplendores de la grana

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Derrámanse con tal magnificencia

que a solo dos respiros de la fiebre

se salva su pavor en porcelana



- -----Alegoría barroca

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Pasa el centauro por el bien que hizo

con ciertas dádivas, y de costumbre

acatan la altruista servidumbre

los cascos redoblando en el hechizo

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Y pasa en séquito del tiempo mudo

taimados, garantías, feligreses

y pasa un pájaro también, con creces

toda la vaga soledad que pudo

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La puerta está cerrada, nada quiere

De cuanto alcanzan las sonoridades

solo un vestigio se atrevió a burlarse

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El ínfimo pudor de la bondades

la bestia, que en su propia flecha hiere

el placentero vicio de quemarse



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Ana Margarita Mireles, Guionista, Directora, Poeta y Promotora Cultural. Licenciada en Artes Escénicas, Dramaturgia (Instituto Superior de Arte –ISA-) Especialista en Contenidos Multimedia, con más de 20 años de experiencia en medios audiovisuales, tecnología de la información y formación profesional. Ha trabajado para clientes como Telecinco, Antena3, Microsoft, HP, Caja Madrid, Ibercaja, Pharmion, Solvay, Pfizer, Museo del Escorial, Bayer, entre otros. Autora de programas para Tv cubana como: El Comepiedras Verde (serie de humor), Lo Bello (formato de promoción cultural, actualmente Mirarte), 12 en Punta (revista cultural) Con sus propias manos (serie documental informativa), Vasos Comunicantes (corto de ficción, premio Caracol de guión 1991), SOS Rockers (telemovie), varios musicales, entre otros. Ha publicado poesía en el Caimán Barbudo, Letras Cubanas, Arte y Literatura, y en revistas virtuales como Cañasanta, EforyAtocha… Actualmente es directora creativa de diferentes proyectos artísticos, gestiona el blog de promoción cultural Dperlas y escribe contenidos para medios audiovisuales desde Madrid.

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Otros textos de AMM en Efory Atocha, Aquí, Aquí, Aquí, Aquí...

miércoles, 25 de marzo de 2009

Extremoduro

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"Días de hormigón. De ver los bueyes esperar el aguijón para mover las patas"
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"Extremoduro" la mejor banda de Rock Duro hispano que conozco.
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martes, 24 de marzo de 2009

Oscar Espinosa Chepe: ¿Fin del fundamentalismo económico?

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---¿Fin del fundamentalismo económico?
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---Por Oscar Espinosa Chepe
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El año 2008 pasará a la histórica como pasó 1929, que dio comienzo a serias convulsiones económicas globales, con influencias negativas en la vida de millones de seres humanos. Esta crisis muestra una tendencia a profundizarse, siendo muy difícil prever cuánto tiempo durará y los sustanciales desastres provocados.

Sin embargo, no todo es negativo. Al igual que ocurrió en los años de la Gran Depresión, originará cambios en las concepciones económicas, políticas y sociales, y acelerará transformaciones en otras esferas, incluida la tecnológica. En 2008 se ha evidenciado el fracaso del fundamentalismo económico neoliberal, teoría que ha basado sus doctrinas en un concepto del mercado como instrumento que automáticamente resuelve todos los problemas, valoración acompañada de llevar al mínimo la función del Estado mediante desregulaciones de la economía, y la privatización como opción mágica para lograr el desarrollo. Asimismo, ha favorecido la desmedida ambición individual, y una interpretación distorsionada de la mano invisible de Adam Smith, a la vez de propugnar un maximalista Darwinismo social.

El mercado es una categoría económica objetiva y valiosa para el desarrollo. La propiedad privada enmarcada en determinadas regulaciones también ha coadyuvado al avance notable de la humanidad, y la competencia ha alentado el continuo progreso, sobre todo a partir del siglo XIX, con el pleno desarrollo del capitalismo. Sin embargo, la descontrolada utilización de esos elementos, base de los preceptos neoliberales, ha demostrado su inviabilidad y la necesidad de una correcta regulación de la economía.


Las complejas sociedades contemporáneas, al igual que las grandes ciudades, son inoperables sin determinadas reglas. Una gran urbe con un enorme tráfico sin semáforos y sin marcos precisos de convivencia, sería un caos infernal. Tampoco es posible dirigir la economía de una nación, ni la del mundo actual, sin determinadas regulaciones que impidan que las ambiciones excesivas lleven a las colectividades o el planeta al desastre. La propiedad privada en modo alguno está en contradicción con la propiedad pública. Ambas pueden complementarse dentro de un marco de gestión flexible que reconozca las circunstancias nacionales e internacionales del momento, con prioridad a la iniciativa particular o social según las necesidades, sin ignorar las realidades, tradiciones y cultura de las naciones.

La experiencia de países que han desarrollado sus economías y sociedades bajo esos conceptos, como son los nórdicos (Finlandia, Noruega, Suecia, Dinamarca e Islandia.) y otros europeos, muestran éxitos notables en sus desempeños, apreciables en Índices de Desarrollo Humano, publicado por Naciones Unidas. No sólo han logrado altos índices del PIB por habitante, sino también niveles admirables de seguridad y justicia social, libertad, tolerancia, transparencia y probidad. La mayoría de ellos constituyen ejemplos de solidaridad con las naciones pobres.

En cierta forma, 2008 se equipara con lo sucedido en 1989 con la caída del Muro de Berlín, y el fracaso de la concepción totalitaria-estatista aplicada durante decenios en parte de Europa, Asia y Cuba, asentada en una fuerte centralización burocrática de la economía y la sociedad, y la supresión de las libertades, con la sistemática violación de los derechos humanos.

El fundamentalismo que negó el mercado y frustró la iniciativa individual terminó en crisis total, lo que probó su inviabilidad. Igualmente sucede ahora con las concepciones fundamentalistas neoliberales. Se demuestra que la inflexibilidad y los dogmas conducen irremediablemente al fiasco.

Por supuesto, el desastre en el Este de Europa y el descrédito resultante de la planificación llevada al extremo, no pueden conducir a la negación de una regulación flexible y constructiva, que sirva de guía a la sociedad mediante métodos perfectibles y mecanismos de prognosis, para fijar con determinado grado de probabilidad el futuro de la economía, la tecnología y el avance social.

Igualmente sería un error craso sacar la conclusión de que los excesos del neoliberalismo deben llevar a prohibiciones que impidan el normal funcionamiento del mercado, limitaciones absurdas a la propiedad privada, la competencia, la inversión extranjera, las transferencias de tecnología y otros elementos sumamente útiles si se emplean racionalmente.

Hoy, las regulaciones son más importantes que nunca en el mundo globalizado. Los problemas surgidos en una nación, no sólo de carácter económico, como lo indican una variedad de fenómenos actuales, afectan todo el entorno internacional. Ejemplo de esto son las migraciones, la droga, los problemas medio-ambientales y, sobre todo, el hambre y la miseria existentes en muchos países.

Por ello, en el Siglo XXI los organismos internacionales deberán tener un mayor peso y poder de decisión. Incluso los asuntos económicos, sociales y políticos que antiguamente se observaban como problemas internos, adquieren connotaciones mundiales en las presentes condiciones. Es el caso de la actual crisis iniciada con los famosos créditos hipotecarios que sin garantías suficientes se dieron masivamente en Estados Unidos.

Si efectivamente 2008 será identificado como el año del inicio de la primera crisis económica internacional del siglo XXI, también podría marcar una nueva era de cambios positivos a nivel mundial a través de políticas más consecuentes y acordes con el proceso de globalización que afecta a toda la humanidad.
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Publicaco en www.cubanet.org Periódico Digital Cubano desde Cuba.
Foto tomada de la Web
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Más sobre Oscar Espinosa Chepe, Aquí, Aquí.

lunes, 23 de marzo de 2009

Iván de la Nuez: La linterna de Montaigne

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-----La linterna de Montaigne
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---Por Iván de la Nuez
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En Los ensayos, el único arte al que Michel de Montaigne dedica un capítulo es al arte de la discusión. Tal vez el único arte que le merece un respeto mayor.

-El ejercicio más fructífero y natural de nuestro espíritu es, a mi entender, la discusión.

Así lo afirma en el capítulo octavo del Libro Tercero. Allí, Montaigne parte de un concepto casi jurídico de la autocrítica, un elemento obligatorio para sentarse a discutir con el otro (y que es imprescindible pedírselo asimismo al contendiente, pues la caridad no suele llevarse bien con el debate). Uno discute para mejorar el estado de cosas y al otro. Para mejorarse, de paso, a sí mismo.

Montaigne desgrana el arte de la discusión con sus habituales narraciones y ejemplos encontrados en la historia: Catón y los locos, atenienses y romanos, el jefe Magabizo y el escultor Apeles, cartagineses y persas, Tucídides y los torpes, Melastio y Dionisio…

En todos se da, más que la llegada a un acuerdo, el aprendizaje de soportar el desacuerdo del otro.

Pienso en estas cosas y se me aparece, como un mal fantasma, el país del que provengo: Cuba. Entre mis paisanos, existe una frecuente y casi insoluble división con respecto al arte de discutir. Una división originada por la violencia de Estado que es, en buena medida, cartográfica: a menudo el desencuentro marca una línea entre los que viven en Cuba y los que están en el Exilio.

“Dialogueros” y “Antidialogueros”. Dos tropicales definiciones cuyas prácticas no han sido, sin embargo, tan alegres.

Durante mas de veinte años, he sido crítico, en ensayos, artículos y libros, con lo que considero el origen histórico, estatal, político, cultural y militar de este desencuentro. Y, también, desde mis posiciones, he participado y hasta organizado eventos, exposiciones, o dossieres de revistas con creadores que han vivido dentro y fuera de Cuba. Casi todos con posiciones distintas entre sí y distintas a las mías.

La democracia es también una didáctica, una pedagogía y un corpus móvil. Otra de sus características es su poder de contaminación. De manera que, sin hacer de esta decisión un absoluto (no me interesan, por ejemplo, los diálogos de sordos porque suelen ser diálogos con sordos), seguiré participando, cuando así lo considere, en este tipo de eventos. Eso sí -y siguiendo la luz de Montaigne sobre “el arte de la discusión”-, lo haré desde la perspectiva de una denominación más adecuada a como entiendo estas cosas.

¿“Dialoguero”? No. ¿“Antidialoguero”? Tampoco.

Me considero un discutidor.

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(*) La linterna de Montaigne será una nueva Categoría de este blog. Desde ella, hablaremos sobre creadores actuales marcados, de alguna manera, por la huella del Maestro. Cuando la actualidad lo pida, acudiremos a algún fragmento de Los ensayos que ilumine algo del presente. Siempre utilizaremos la edición de Acantilado (que sigue la de 1595 de Marie de Gournay). El prólogo de Los Ensayos es de Antoine Compagnon. La edición y traducción son de J. Bayod Brau.

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Otros textos de Iván de la Nuez en Efory Atocha: Aquí...
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Foto tomada de la web y texto publicado aquí.

viernes, 20 de marzo de 2009

Una muerte saludable; fragmento de novela de Rogelio Saunders

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-------Rogelio Saunders

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---------Una muerte saludable*

-------------------(Fragmento inédito)

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Eso hizo: girar bruscamente. Las mejores cosas las dijo de pasada. ¿Quién? Caramba: ése es el problema. Que no hay ningún quién y mucho menos un nosotros. Tal nosotros o aquel nosotros. No te engañes, hijo de Axum. Nunca sabemos lo que decimos. Vivimos (perduramos) en un glosolálico balbuceo. En un baboseo polisilábico. Preguntad a la lábil híbrida. La bitorre. Dudé mucho, pero ya no du do. La canción antigua era tan falsa como el fonógrafo de cartón-piedra que le servía de soporte. (Que no apárato.) Como no estábamos en la guerra, no podía malgastar ningún cartucho. Pero desde luego que lo estábamos. De siglo en siglo. De sendero ocre-marrón en sendero ocre-marrón. Sin cielo ni tierra. Sin rostro ni espacio. Y en el fondo todos querríamos que el horrible relato (mal imaginado y peor d-escrito, escribió la mano disuelta, como un ilógico ojo, como un ilógico hijo) no terminara nunca. Pero ya lo creo que se acabará, gruñí, arremetí, bailoteé, exgrafié, mirando por encima de la baranda de latón, a modo de latrocinio primero y último, y oyendo la carcajada como una cabellera suelta, en tragicómico desmayo, allende el insonoro conchabamiento de piedra y pedernal (pues nada ya sonaba, y esta orfandad de sonido no obstante era lo único capaz de dar cuenta, aunque la misma cuenta de que tratábase —o trújase— no de ella nada en absoluto al fin pequeño infame e innómine testaferro hubiera podido decirse: ni el dícese: yo, yo mismo), prohijamiento imposible también alejado de toda luz y de todo sueño de luz, él solo acaso trayectoria interterránea de los indecisos flebótomos, herederos de los cansinos porteadores que vieron la gota resinosa petrificar al astuto coleóptero

sobre la gorda y pluridentada hoja verde brillante (la perennia centifolia). ¿Quiénes si no nosotros? ¿Quiénes si no aquellos por definición incapacitados para la bienhechora impudicia de un nosotros?

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-----En estado de temblor (todo me sirve), miré mi inconcebible situación como desde un cuarto momento y no estado en que el vitrificado bosque de brezos ya no era soporte y menos aún causa primera y desde luego ficticia de ningún relato. Inidéntico, su irrisorio bicuello desencajó: la hierba se volvió blanca, anunciando un acontecimiento no se sabía si definitivo que de todas maneras nunca llegaría producirse. Ya muerto desde siempre, la boca vino hacia él como un tren veloz a través del dipsoico y dilatado sótano de un túnel. Es cierto que había desaparecido toda música, y no obstante, algo perennemente sonaba. Un estruendo infinito sin espacio. Los fragmentos dispersos acaso de lo que no podía haber surgido ni desaparecido. ¿Qué? Él solo único legendario, el sendero amarillo serpeó. Nadie estará presente cuando mueras, nadie te verá morir, pensó el oscuro inminente, nunca tan innominado, sumergido en el lago frío, y mirando la sonrisa a un centímetro de sus ojos en el sol último. Veía cada uno de los dientes con nitidez, y la gota en el labio hinchado intensamente rojo y la hebra de fuego entrelucificada por la arena y la sal.

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.----Las negras gaviotas se alzaron una vez más contra el fondo rojo del crepúsculo, como disciplinados e indetenibles escuadrones. Y las exhaustas tropas de Kroenninkgaar entraron de una vez por todas en ese paradisum in terra y desaparecieron. (Como una sábana succionada por un agujero del piso, refirió el tembloroso Vartan, parpadeando con sus dilatados ojos de lémur.)

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.----Nunca había visto al larguirucho Aziz tan preocupado como la tarde o la noche en que mató a la pequeña araña de patas largas que se deslizaba graciosamente por el techo proyectando abajo una tenebrosa y gigantesca sombra que nada tenía que ver con su verdadera personalidad (se los digo yo, Adam Smith) y lo que es más ajena a toda violencia y tal vez incluso en el colmo de cierta felicidad propia e intransferiblemente aracnoidea cuando el tubo metálico detrás del cual podía percibirse una larga silueta embozada como de árabe de folletín se le acercó subrepticiamente por detrás y ¡surublub!, adiós, mi pequeña Dorothy (no sé si se los dije, pero la pequeña araña de patas largas se llamaba Dorothy), ya nunca más nos encontraríamos en el vigésimo séptimo tronco hacia el oeste, contando a partir de la gran piedra/poiedra lisa sobre la cual un imbécil vestido de negro viene o venía o vendría a sentarse a cada tanto (quitándome mi último y único y fantasmagórico instante de sol, acechándome como un gato gigantesco sobre una baranda de hierro forjado), ése, sí, ése, el descascarado, el que tiene la inscripción aristotélica (doblemente asombrosa). A ella, que siempre había sido tan lenta, finalmente la destruyó la velocidad (como al propio Helmut, si vamos a eso). Qué preocupado estaba aquel día el larguirucho Aziz, mientras todos cantábamos enarbolando nuestros panecillos turcos en el extremo de los delgados palillos de auténtico cedro libanés. «Robert» —me dijo, sinceramente apesadumbrado—, «he matado a una araña de patas largas con el tubo de la aspiradora. El tubo hizo: ¡surublub!, y absorbió instantáneamente a la araña. Fue una cosa horrenda». «Calma, Abdul-Aziz», lo tranquilizó el monje infame. «Sólo se trataba de una diminuta araña de patas largas. Hay otras 50 000 como ella dando vueltas ahora mismo por los alrededores». Ahora sé que el túnel en el desfiladero silencioso era sólo uno de los innumerables subzócalos del hipertoide. (Y tú, desde luego, también lo sabes). Porque el tiempo, escribió S., con silenciosa risa tras de la cual latía el arrebato, ni siquiera es circular. Es... Afirmación que, desde luego, no seré yo quien le rebata. En la bicicleta, apoyada sobre la piedra y sumergida en el fondo frío, no había ninguna pesadumbre. Y, en el fondo (¿por qué en el fondo?), tampoco había ninguna muerte. No, ni en la superficie. Ánushka (cabello negro, pulóver negro, vientre blanco) perseguía sin pausa (infinita, infinitesimalmente) a Helga por la estepa de nieve. ¿La alcanzó? ¿Nunca la alcanzaría? ¿Cómo saberlo? Por el momento, nuestro movimiento era directamente retrógrado, mas de pronto un vector discontinuo aparecía a la izquierda. Todo acabará, desde luego, y nada habrá comenzado. Eso no explica pero quizá sí halla la vía (como ese movimiento que no mencionó Elisabeth, de entrega del gimnasta o del plongeur) hacia el salto de murciélago de Stanislas, nuestro incomprensible e incomprendido héroe. (Pero ¿acaso hay en este mundo algo que no sea incomprendido?) Todo movimiento, considerado en sí mismo, no es, no puede ser otra cosa que una cinta sin fin agujereada —se adelantó el pelirrojo Vartan, con rígido énfasis de marionetta. Stanislas, al oír eso, se molestó mucho y al mismo tiempo sonrió divertido. Gib ihm eins auf den Hut. Y todos hubiéramos acompañado de buen grado su contagiosa (son)risa si, a esa altura de las cosas, hubiera sido posible algún nosotros. Allende el giro silencioso del émbolo, el gracioso bicuello estertoró, como la pétrea ingurgitación de un muro. Los muros, las gorras, las hachas y los pavorreales despiertos. Los dólmenes abandonados y los mosquetones rítmicos. El pedregullo resbaladizo y la doble condición o doble luz razonada de los abedules (razón razonante). La sinagoga habitada por un almuecín descalzo y los atriles con el Alcorán abierto. Cientos de Alcoranes abiertos dentro de la sinagoga deshabitada. La mano temblaba, atravesada por unos escalofríos de cleptómano. «Bajemos», le dije, «aquí hace demasiado frío». Nadie despidió a los granujientos granujas, hormigas de persistencia asombrosa en la vastedad sin límites del desierto. Sólo la línea punteada y los multiplicados ojos. Seguir, seguir a toda costa, guiado por un olor o un ala. Por un brillo o un rostro o un beso. (O un beso sugerido: la hipotética presencia de una boca, de unos ojos en la oscuridad masa del bosque.)

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----- No hay forma de acercarse a lo que de todos modos nunca alcanzarás. Pero quizá sí hay una forma. O una no forma. Las mejores cosas siempre las dijo de pasada. Yo mismo: el demudado saltimbanqui. En el aún-no-es del todavía-escribe. Quien tenga la paciencia suficiente, lo sabrá todo. Sólo que nos cansamos demasiado pronto. No podía haber ningún relato y sobre todo la verdad nunca podía estar dentro del relato (ése), escribió Alexander, vigoroso, con un casi fantástico desdén (nunca más, desde luego). Pero tampoco en eso que llamamos “vida” o “mundo”. En absoluto y mejor que no mencionemos siquiera esos dos términos, poéticamente insulsos y técnicamente inadecuados. (Por lo demás, nada sabemos de una “vida” o un “mundo”.) Porque, por otra parte, entre el imposible relato y la verdad no hay relación alguna. (Quién lo hubiera dicho, Stanislas. Pero sé que tú sabías incluso mejor eso.) ¿Qué verdad? ¿Qué relato? Ni relación ni relatividad. Ni sueño ni rostro.

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-----En la calle silbaba el frío y se arremolinaba la nieve, como en uno de los extraños cuentos de Dostoievsky. Y los alegres comensales, los irreductibles muertos que antes se habían lanzado panecillos turcos que antes aún habían colgado en el extremo de palillos fabricados con auténtico cedro libanés a orillas del Danubio, se habían vuelto tan suspicaces para sí mismos como la disimultánea realidad que sostenía sin odio (sin arriere-pensées, sin inútiles dudas) el ensueño inverosímil del Castillo y de la aún más apócrifa montaña con su risco vertiginoso y su centelleante encapotamiento de nieve, inequívocamente falso. No: nunca, por lo visto, abandonaríamos el bosque, la maldición subnoctae de la lettera. Como niños insatisfechos frente al brillo enceguecedor de la realitas, tan innegable como extemporánea y equívoca, mirábamos con mudo pavor el reagrupamiento de la piedra y los rizomas de coníferas a rayas blancas y negras en la garganta poderosa del desfiladero, mientras el río debilitado pero no muerto seguía fluyendo abajo con todo su oscuro poder, como un mago recluido en el globo aerostático de su imaginación, ensayando con las largas agujas y manipulando los rayados desprendimientos minerales (subdivididos en equiláteros teodolitos), e inclinado como un gnomo de grandes faldones esmeralda sobre el deshilachado y casi obsceno libro de horas del ceremonial.

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----------Fue entonces cuando vimos venir a Helmut.

-------—Algo pasó —dijo. Y siguió caminando como si no nos hubiera visto. Dio uno, dos, tres, cuatro pasos perfectamente naturales y cayó. «¡Helmut!», exclamé, mujer al fin (y entonces todo el mundo lo supo: que yo, con mi cuerpo desconcertante de muchacho y mi interpósita voz de pésima comediante, era el verdadero amor de Helmut y no la infame que le tendió una trampa y que luego lo engañó y que finalmente lo obligó a huir hacia ese infierno en la selva en el que ¿definitivamente? desapareció, nuestro ojiazulado esquiador invencible, gigante reducido a escala de ridículo rompecabezas). Pero el enorme Helmut se veía completamente normal, tendido en decúbito prono sobre la escarcha como un niño dormido. Y hubiera seguido pareciendo completamente normal si no hubiera sido por la sonrisa blanca de la tibia sobresaliendo por el desgarro del pantalón, puesto que de momento no se veía sangre sino solo aquel aquilón fulgurante oscureciendo la blancura de la nieve.

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* Nouvelle.

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Otras colaboraciones de Rogelio Saunders en Efory Atocha, Aquí, Aquí, Aquí...

Coordina los blogs: La cinta sin fin, El Jardín de símbolos, Quantum.

jueves, 19 de marzo de 2009

Leonardo Rodríguez: Postal para Juliette

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Postal para Juliette

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Por Leonardo Rodríguez

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Después de haber pasado horas en un avión, en un asiento estrecho, con un televisor encendido sobre mi cabeza, incesante, y haber soportado una reciente película con Juliette Lewis, no resisto la tentación de enviarle una postal a esa actriz. Una postal crítica, porque los amores, al menos los imaginarios, incluso cuando no han sido excesivos, tienen sus noblezas. ¿O es la crítica, también aquí, una de las bajezas de la pasión?

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Como muchacha, Juliette Lewis era la delicadeza mezclada (siempre híbrida) con un toque de violencia liberadora, irrenunciable, nada autista. Era la posibilidad de un diálogo nada sumiso pero todavía cortés con el mundo. En alguna oportunidad la mezcla era al revés: Juliette era una violenta delicada, una matona que canturreaba dulcemente, como una Ofelia homicida, en su locura de sangre y encierro. Su rabia, aunque caótica y hasta nihilista, era siempre, de alguna manera, lúcida, aunque tal vez anecdótica. Todavía no tiene el don de la blasfemia. Eso con Oliver Stone, que vive en la edad de piedra y no acostumbra ser demasiado lúcido. Juliette tenía otras caras. En Maridos y esposas, de Woody Allen, es un prospecto de crítico literario que dejaría en pañales a muchas intelectuales que conozco y tantas otras que no conozco. La crítica que Juliette le hace en el metro a su profesor, el salaz Woody, por su machismo, su esquematismo psicológico y sus manías sexuales, es de antología. En cuestión de tan grave (gravísima) importancia como la crítica literaria personal, Juliette conservaba su estilo amable pero incisivo. Después de su proeza de lectora, pierde el manuscrito, el único, verdadero objeto de seducción literaria. Woody, pícaro siempre doliente, busca el manuscrito por media Nueva York. En eso se le va la vida.

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Tal vez Juliette Lewis también perdió su propio manuscrito y no lo ha encontrado. Tal vez no tenga la valentía de reconocerlo. En esta película que veo, que ya vi y no quiero volver a ver, el guión la ha obligado a ser fiel a todo menos a su vieja ironía casi shakesperiana, un cruce delicioso de irreverencia y cake de chocolate. Es ahora la ex novia de un Don Juan de pueblo americano, enlatado, casi afásico, sin otro talento que la chatura no arrogante. Es Juliette misma vista en un espejo sarcástico.

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Juliette Lewis ya no sabe ser ingenua como una ninfa terrible bajo los dientes del sátiro, como en Cabo de miedo, donde Robert De Niro es un resentido mimético hasta la brillantez. También: seductor. Dos de las mejores seducciones cinematográficas que he visto han sido ésa y la de Al Pacino como (¡adivinen!) Ricardo III instigando a la princesa ¡Wynona Ryder! Vale la pena detenerse en ese cuadro de costumbre sentimental: dos adolescentes a un tiempo agresivas y modosas, histérica la Ryder, mistérica la Lewis, ambas judías americanas; dos complejos (y completos) hijos de puta, ambos ítalo-americanos, con un hambre desmesurada por ciertos dones de la vida: el poder, la belleza femenina, el don terrible de matar.

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Quienes quisimos a Juliette Lewis-y sospecho que éramos un coro discreto pero afanoso-fuimos el matón shakesperiano en Cabo de miedo, el infantil troglodita Woody Harrelson en Natural born killers, el silencioso y adolorido Johnny Depp en ¿A quién ama Gilbert Grapes? Tuvimos varias caras. Fuimos también Woody Allen errante en busca de su manuscrito por la ciudad de su vida. No recuerdo ahora otras películas, pero fue más que suficiente para un amor temprano, tal vez decisivo. Una pasión, hay que reconocerlo, signada por las ganas de poseerla. (Sólo Johnny Depp, tan esquivo, se sale de ese combo.)

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Esta Juliette de avión, sin dolor, sin risa, apenas patética, ni sangrienta ni literaria ni comprensiva, no tiene ninguna verdad que defender con su personaje. No aspira nuestro deslumbramiento, nuestra inquietud, nuestro reconocimiento, si acaso nuestra lástima. Tiene, sí, un hijo, pero ya no se tiene a sí misma.

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Leonardo Rodríguez, escritor y ensayista Cumanés, 1977. (Venezuela) Reside en Madrid.

Otras colaboraciones de L. Rodríguez, Aquí, Aquí, Aquí...

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Foto de JL tomada de Internet.



miércoles, 18 de marzo de 2009

Poemas de Isabel Gallego

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Tres poemas (inéditos) de Isabel Gallego

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-----------Vamonos de aquí

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De aquí me llevaría el momento

en que pinchó mi bicicleta..

Hubo un día en que yo vi

pimientos apilados en las calles.

Ese día también me llevaría

o el melón de marca Homero

y la historia convertida en un

bazar de todo a cien

-el cortijo

-hay réplica en El chino

-la virgen

-la puedes comprar de caramelo.

Todo tiene su ventaja.

Apúrate bien que voy comiendo

el pastel que me dio la pastelera,

la misma pastelera que inventó

el ninot con nariz roja

que viajaba en el verano en un trineo

para poder reirse por la calle

cuando la gente lo marcaba

con el dedo.

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Cuando hay fiesta

toda va y explota.

Es la falla.

Me gusta el argumento pirotécnico.

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ASCOLTAMI

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¿Desolados?

Sí.

En el columpio

En el amigo

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TI PREGO

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Sombras son las que caminan

Y ellos ¿dónde están?



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Isabel Gallego (Avilés, 15 de septiembre de 1960) Escritora asturiana. Cursa estudios de filología clásica en la Universidad de Oviedo. En 1987 se traslada a Estados Unidos, donde obtiene un doctorado en letras en la Universidad de Columbia con una tesis sobre Alfredo Bryce Echenique. Ha impartido clases de Lengua Española y Literatura en la Universidad de Arkansas, en la Universidad de Columbia y en el Hamilton College. Actualmente, comparte sus tareas docentes de enseñanza media con su trabajo de escritora. Ha publicado en revistas europeas y norteamenricanas ensayos sobre José Ortega y Gasset, Abel Posse, Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Alfredo Bryce Echenique, Teresa de la Parra, María de Maeztu y Rosario Ferré, entre otros. Ha coordinado y editado, en colaboración con María José Jiménez Tomé, los libros Escritoras españolas e hispanoamericanas en el exilio (2005) y Españolas del siglo XX promotoras de la cultura (2003). Es miembro activo del Instituto de Estudios Almerienses. Es autora del libro de poesía Precisiones del lance de la virgen A finales del 2009 aparecerá su poemario Los átomos. (Alhulia, 2007).

Otros poemas de Isabel Gallego en Efory Atocha, Aquí.

Foto Nacho

martes, 17 de marzo de 2009

Alexander Doblado: poemas

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Tres poemas (inéditos) de Alex Doblado

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------El Cerco

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Mi nombre no importa

Soy el soldado desconocido

Parte de un cerco

Que se cierra sobre el enemigo

Y aquí

A cientos de kilometros de casa

Justo en la hora previa del combate

Me pregunto: ¿Qué hago?

¿Cómo llegué a este lugar inhóspito?

¿Por qué mis enemigos lo son?

Me enseñaron a odiarlos

a matar cuantos pudiera

del modo mas rápido y silensioso

pero el odio y las matemáticas

nunca fueron mi fuerte

No puedo disparar contra alguien que no conozco

ni sabe que lo observo

Me gustaría salir del camuflaje

y abrazar al enemigo

Decirle que ninguno de nosotros los odia

que es una cuestión de supervivencia

Una terrible confusión

Como ésta que ahora ronda mi cabeza

En el campamento contrario

Todo es tranquilidad

No saben que acechamos

Eso hará indetenible el ataque

Morirán como moscas

Y lejos de evitarlo seré la causa

Hemos tendido un cerco al enemigo

Pero el cerco se cierra sobre nosotros mismos.-

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-------De la ausencia

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No estuve en todas las batallas

Por razones que no sé explicar

perdí el rumbo

Al regresar a casa no quedaba nada

solo una cama grande y fría

blanca como una nube blanca

entre el hollín de los incendios vencidos

Somos un país lleno de ausencias

Todos se fueron con la guerra

están inalcanzablemente lejos

han dado a esta isla

el desolado don de la añoranza

cualquier lugar posible te remite a un rostro

y este a su vez te lleva a otro

pero todos se han ido

y no hay a quien confesarle esta tristeza.-

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----Lluvia en el camino

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Vengo de muy lejos

donde el eco de las voces no toca fondo

y las sirenas seducen marineros con su canto

Vengo de una isla salpicada por miles de islas diminutas

una isla con ambición de continente

que no sabe que las islas son solo eso

y que ahí radica su grandeza

Pero llego de otro viaje aún más largo

atravesando océanos para buscar un puerto dentro de mi

que aún no encuentro

Vengo de todas partes

he horadado montañas y sondeado mares

he navegado a vela las tormentas de mi espíritu inquieto

pero no encuentro puertos

sólo pequeñas calas para saciar los apetitos

¿Acaso los magníficos y tranquilos puertos serán una invención del hombre?

Vago desde hace tantos siglos

que ya no recuerdo mi nombre

y mi rostro en el espejo no es solo un rostro

sino todos

todos los sueños que he sido

Vengo

al menos eso creo

de una tierra donde siempre llueve

y las huellas que has dejado en el barro

se borran deprisa-------- como queriendo olvidar.-

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R. Alexander Doblado Jorge, nacido en Ciudad de la Habana, Cuba. Emigró a España en 1994. Actualmente reside en San Román de los Montes, Toledo.

Ha publicado en diversas revistas literarias, en Cuba, México, Colombia y España; fue antologado en el volumen “Un grupo avanza silencioso”, publicado por la Universidad Autónoma de México en el año 1989. En 1993 publicó su primer poemario titulado “Sobre el puente”. Hasta la fecha de su partida de Cuba (1994) perteneció a la Asociación Hermanos Saíz de Jóvenes Artistas y Escritores Cubanos. Actualmente trabaja en su primera novela y en un libro de cuentos.

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Fotos de Alex Doblado, Aquí.