jueves, 14 de febrero de 2008

SE PERMUTA!!

Después de un año por estos lares, cambiamos de sitio y nos ampliamos. Seguimos publicando buena literatura, buenos poemas. Les agradezco la compañía y les espero, Aquí.

-------------------Efory
Atocha

miércoles, 13 de febrero de 2008

TRES POEMAS (inéditos) DE: José Kozer. (La Habana, 1940)

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--Tres Poemas (inéditos) de José Kozer en Efory Atocha

-------------ASÍ DE SENCILLO


Ryokan

se colocó de espaldas (en un rincón) mirando a la pared: rostro

inclinado, los pensamientos irán

cayendo por el plano inclinado

de la sombra de su cabeza, en

la pared: uno a uno, tolvanera.

Lo fundamental es que vayan

cayendo uno a uno: surgen, se

enredan (no demasiado) se

deslizan: se disuelven, tras

estar enervados. La cesta de

mimbre implica un trayecto

fijo dos veces por semana,

un altozano, pinar, agujas y

piñas resecas por un desvío

del sendero principal: Ryokan

entiende que la verdad se halla

con más facilidad (la quietud)

en los caminos comarcales:

entre raíces adventicias:

amentos son orugas; drupas,

glotis; bamboleos del junco,

bayaderas. Y así la vida de

las imágenes. Recoge ajedrea,

diente de león, verdolaga.

Recoge unas flores silvestres

para Kwannon. La cesta de

mimbre se deshace, cae a sus

pies hecha pedazos, unos

bicharracos se desbandan, el

asa se reconfigura paradigma

de circunferencia plausible: se

disuelve aún más en abstracción,

lo cóncavo: dominio del vientre

materno. Un eje imperioso de

galerías interminables los

hormigueros. No puede prescindir

la hormiga de la lombriz de tierra;

ni la oruga: reconocerse el ojo en

las concavidades. Eso podría ser

otra historia. Empezar a fabricar

más tarde (por ahora permanece

inmóvil) otra cesta. Hacen falta.

O si no que lo diga el hambre. Y

uno y todos los seres herbívoros

de la Creación. De espaldas

Ryokan prepara un plato hondo

de verdolaga, dos setas rojizas,

cebollín. Y sin mover el cuerpo

en efigie, junta las manos, inclina

la cabeza (acción de gracias):

espanta la pesadilla de anoche

que de nuevo irrumpe, parece

imán la negrura descabellada del

caballo (tábano) descompuesto

en el aire gris oscuro, aire espeso,

fracción las ancas (titubeo) fracción

los cascos (muerde el tábano) crines

a un lado: la cabeza en sentido

contrario a la grupa intentando

recuperar (¿quién, damas y

caballeros, rasca la grupa de

un caballo?) sus largas patas de

corcel (cayó a sus pies el tábano):

de jamelgo: caballo matalón: sin

resurrección. Ryokan se apiada,

coloca el plato hondo de ensalada

(suerte que estaba sin aliñar) entre

las patas de la pesadilla: se esfuma

el equino, gran destreza el viento.

Praderas, vacías. Establos, vaciados.

Y un herrero, delantal de cuero,

buscando bajo un yunque de paja,

una herramienta despojada de su

forma: orín cayendo, por un plano

inclinado, de la cabeza a una

concavidad sin fondo. Ryokan

precisa compañía (Buda lo insta

a tener compañía): tendrá que

moverse, mudar de ropa, salir

(cesta en mano) a recoger unas

yerbas suficientes para un

almuerzo improvisado tras invitar

al cuervo, al centauro, a la monja

Teishin. Idea, antes de dar un paso,

diversas tareas que lo ocupen durante

las semanas venideras: fabricar una

canasta del doble del tamaño de su

cesta; fabricar dos jícaras de arce;

dos juegos de cubiertos de madera

preciosa; dos pañuelos de hierbas,

en uno flor de ciruelo, en otro flor

de naranjo. Se gira (aún no se

mueve) va y viene por un sendero

de drupas, bayas rojas que le

recuerdan las pelotillas del laurel

de Indias, consigue por primera

vez en su larga vida ir y volver

por el camino a la entrada de

su casa sin aplastar ni bayas ni

drupas (y eso que oye crujir

todo el tiempo). Fabricar dos

pares de sandalias (medir a la

tarde el pie de Teishin). Ryokan

se vuelve de nuevo (acaba de

plantar el pie derecho que

sostuvo más de una hora en

alto, postura de la grulla): de

espaldas se sostuvo (rincón)

mirando a una pared. Liberado.

Tal es así, túnica y vuelos,

franjas, ideogramas, que se

echa a bailar (a solas): y son

dos. Ryokan y sus pensamientos

(disueltos) Teishin (real) está al

llegar. Baila, ríe, trasudan en su

derredor las especies: sin dejar

de bailar pone el mantel de

algodón a cuadros, en un

cuadrado cabe la taza de vino

de ciruela que ni a la medida; en

otro cupo a la deriva (salud) la

taza de

saké.

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------RETRATO DE GUADALUPE ENFRASCADA


Guadalupe

de

perfil

en

el

balcón

(sin

jolongo)

un primer asalto de canas, pantalón corto de caqui, arrugas,

camiseta gris, la luz la traslada

de su luz interior, ya verdadera,

a una luz posterior, imparcial

por imperecedera (notable que

nos distinga a los tres desde lo

desconocido, por ese sendero

de grava común y corriente, a

ambos lados canteros de

cornalina). Haya agua (verla

correr) donde no hace falta

fuego: la miro leer desde lo

increado un libro que la tiene

encandilada, inmersa yo no

existo, grave lección: mientras

la miro no quiero pronunciar

su nombre, me da miedo se

vuelva un sustantivo, grava y

cornalina, ni propio ni común,

la asalte la inexistencia: en la

noche se desprende la corteza

envejecida del sicomoro oriental

frente a casa, la luna se llena de

un follaje inmaterial que pretende

semejar a la vez las primeras

manchas de vejez en los brazos

de Guadalupe, y lo sobrenatural,

a las seis: son las cuatro de la

tarde, lo sé de soslayo, las seis

de lo ulterior: las mismas seis en

las pupilas leyendo de Guadalupe,

la grava cruje, en los canteros del

sendero crece helecho, plantas

crasas, la rosa morada de la

literatura (¿qué lee?). ¿Magris,

Moravia, Musil? Tiene, tiene

vida por delante, me tranquilizo,

respiro al unísono, de aquí a la

zeta todavía veré llover. No me

atrevo a interrumpirla, susurrarle

no lea demasiado, la omega por

lejana siempre está cerca, qué

prisa tiene. Sigue inmersa. De

perfil. Me coloco de perfil a fin

de forjar una recta fija de la sala

(tras la puerta ventana) al balcón:

hela aquí, sentada, leyendo, acaba

de cruzar las piernas, una rosa

morada oscurece la tela de la

camiseta, y eso a la altura del

pecho derecho, ya no mana, ya

no filtra la Nada aquel pecho

primero, seno, caverna del sentido

que diera de mamar (original).

Rosa morada de helechos rodeada

invade su vientre (ineludible su

condición materna) de las partes

pudendas a la rodilla derecha,

dolorida a causa del reuma, aún

quedan unas horas (de lectura)

luz natural: que lea, que lea.

Nerval, Nabokov. Ogden Nash.

¿Y éste quién es? Yo se lo

recomendé. ¿Y a Mallarmé?

Ay no, qué pesadez. Aquí nos

bifurcamos. Las seis. En el reloj.

Del comedor. No la hora ulterior

ni la de libro que de perfil cerró

hace un momento. Estruendo.

Dos piezas a la mesa, una marfil,

otra ósea. Dos jarras pequeñas de

saké caliente, una fuente de atún

crudo a la japonesa, fuente y jarras

se orientan de por sí de

perfil

secundando

el

semoviente

paso

de

las

estrellas

que

Guadalupe

mueve

(a

me

atolondran).

-------

---------------NO PUEDE DECIRSE MÁS


Noche

cerrada.

Deambulo

por

la sala, inconexa la hora, incierto el movimiento del cuerpo,

ido a no sé dónde, atolondrado

no sé por qué causa primera:

un instinto vertical me lleva

a detenerme un momento,

vaciar la mente, juntar los

pies, diría que obligarlos a la

unidad de la grulla haciendo

la digestión a la orilla de una

laguna, largo rato sobre una

pata (no hay mayor sobriedad).

Quiero

Dios.

Quiero

Buda

sin la salvajada de la reencarnación. Paso la mano por el

lomo en hileras hasta el techo

de los libros de mi biblioteca,

me han esquilmado, los he

descoyuntado, conformamos

(ojo y renglón) dos derrotas:

una yunta que en resumidas

cuentas fue y vino, va y

viene, deambula (a veces)

en la noche cerrada.

Cruzar

el

Jordán

y

tener un gran cuidado es lo prescrito. Siempre a expensas

de alguien, en este caso,

los cananeos. ¿Qué se le

va a hacer? Como suele

decirse, nada es perfecto.

Mi confusión es grande,

y en parte divertida (por

temperamento). Y me

concibo ante el Tabernáculo

de la Reunión colocando

una pirámide de frutas

(naranjas que son manzanas,

y en sazón, mandarinas de

Argelia) para Buda.

Un

butacón

de

cuero

donde quepo, ya que tanto he adelgazado, tres veces. Me

siento, y en cristiano me

persigno, en judío me

llevo, tres golpes de

pecho, la mano a la

cabeza (ahí reposa un

momento). Y me voy

diciendo, palabra a

palabra, pali subvertido

inglés, revertido por mí

al castellano, el Sutra del

Corazón. Sutra de sutras.

Cantar de cantares. Y

Padre de nuestros padres.

Callo. Soy un irreverente.

Un timorato. Ántrax.

Carbunclo. Gusarapo.

Dios retrajo de mí su

mano sometiéndome a

la desconcentración.

Regreso

a

la

habitación

donde duerme a fondo Guadalupe, me cercioro que respira,

que duerme a fondo, me

sumo a su respiración, no

alcanzo su fondo. A ras

repito el Sutra del Corazón.

El aire es viejo, el fuego

se ha hecho astillas, ebrio

de oscuridad regreso de

un

vuelco

a

la

última

premonición.

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viernes, 8 de febrero de 2008

A París

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Gracias a las gestiones y el interés, la amabilidad del escritor,
W. Navarrete y del pintor Ramón Alejandro, ya tenemos fecha para presentar, ¿Entonces, qué?, mi antología de poemas editada recientemente por maese Pío, Verbum.
----------------------------Aquí:
vendredi 08 février 2008

RFI Premio Juan Rulfo

El Boomeran(g)

Resonancias.org

Espaces latinos

4e salon du livre Amérique latine

Bogota 39

[retour]

Date : jeudi 27 mars 2008
Horaire : 21h

Rencontre avec Santiago Méndez Alpízar (Chago).

Autour des livres Ramón Alejandro, Ed. L'Atelier des Brissants et ¿Entonces, qué? (recueil de poésies) Ed. Verbum, Madrid de:
Santiago Méndez Alpízar / Chago

Présentation par William Navarrete (ATREC), en présence du poète et du peintre Ramón Alejandro.

Troisième République Cubaine


Entrée Gratuite





miércoles, 6 de febrero de 2008

Un Relato de, Mónica Madrigal García, La Habana 1983.

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-Un Relato (inédito) de, Mónica Madrigal García.

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LUCÍA

Tenía apenas 16 años y muchas ganas de que me pasaran cosas, por eso no me volvía nunca después de una despedida, para no quedarme con esa sensación de quien deja algo. Me faltaba todo por conocer para empezar a extrañar desde tan temprano.

Mi vida sería corta, pero muy intensa, así lo había previsto mi cabecita loca. A lo único que le tenía terror era al matrimonio y a ser madre. Los hijos y el marido te quitan la vida, haciéndola suya. Te desordenan a tal punto la existencia que terminas dejándolos decidir por ti. Una vez que esto sucede, tus actos comienzan a ser predecibles y le sigue toda una cadena de rutinas inevitables.

Por eso quería morirme joven. De cualquier forma tendría que casarme, pero mientras menos años durara el martirio, mejor.

Lo que no había previsto mi mentecita ajena era que cuando los años pasan, uno generalmente va creciendo, y generalmente también, se convierte en un cobarde adulto, y trágicamente, en un insoportable viejo.

En fin, el tiempo, mala costumbre tiene de escapar...

ANA

Mientras tanto era dueña de mi ingenuidad y soñaba despierta y era feliz. Por eso no comprendía cuando Ana me hablaba y tampoco me importaba.

_¿Cómo lo logras?_ Me pidió aquella noche, con su vida de mierda.

_Todas las mañanas, antes de salir,_ comencé a contarle despacio _me miro al espejo y digo: Sé feliz, porque "la vida es bella".

_No,_ contestó ella decepcionada con mi pobre solución _no es tan fácil... Eres una niña_ continuó en tono de lástima y con su mano cansada sobre mi cabeza _mi ángel, tú eres de otro planeta, este mundo no fue hecho para ti_.

Ese día juré que nada ni nadie me haría triste como a Ana, así que puse todo mi empeño en detener el tiempo, en no crecer ni un milímetro más.

EL DIVORCIO

Por esa época se divorciaron mis padres. Me encantó la idea, volverían a ser libres, dueños de sí mismos -Dios mío, dieciocho años de casados, no quiero ni pensarlo-. Las personas más importantes de mi vida... ellos sí que no eran cobardes adultos. Así fue como descubrí el remedio para exterminar el consorcio. Total, si llevaban una subsistencia horrible. Ambos trabajaban, tenían las tareas de la casa repartidas por igual, casi todo con un horario aproximadamente fijo, dormían juntos y hacía ya muchos años que no se amaban.

Ya me decía yo que nada era eterno. Yo viviría con mi madre y pasaría largas horas con mi padre. Y entonces aparecieron los problemas, ellos ya no tenían dueños y yo obtenía dos. Mi tiempo estaría compartido por el resto de mi vida. Nada de fiestas, ni chicos, porque en ese momento, yo acompañaría a uno de los dos. Como si en vez de una hija tuvieran una enfermera.

Me quedé encerrada en mi cueva tres días. Estaba triste, como pocas veces... Hasta que al fin salí y les expliqué a los inválidos:

_Me mudo a casa de mi abuela, y como estoy toda la semana en la escuela, he decidido que me pueden ir a visitar de 4:30pm a 8:00pm, uno el sábado y otro el domingo_.

_¿Qué te pasa, Lucy?_ preguntó mi madre extrañada, al mismo tiempo que mi padre muerto de risa decía:

_¿te has vuelto loca?_.

_Lucía_ repliqué furiosa, ante el tono de burla _además, no les estoy pidiendo permiso, se los estoy informando_ aclaré, creyendo derrumbar así la amenaza del divorcio.

_Bueno, pero prepara tus cosas, que ya tu madre se ha decidido por una casa y mañana nos mudamos_ se levantó y se fue como si no me hubiera oído.

Acabé por comprender que no había arreglo, mi suerte ya estaba echada, así que recogí mi bagaje, sin pensar más en las consecuencias de la separación.

Al día siguiente nos levantamos muy temprano, y sólo entonces me enteré que mi padre viviría en la playa y nosotras al centro de la ciudad.

LA CASA

Nuestra casa era pequeña y verde por fuera, el color de la esperanza, al menos era una buena señal... Sus ventanas y puertas blancas, por dentro color hueso y los cuartos azul pastel. Me encantó desde el principio, pero mi madre se quejaba de que disponía de muy poco espacio. Tenía un jardín que obviamente hacía años no se limpiaba.

EL NUEVO ORDEN

La verdad que me costó bastante adaptarme a mi nueva vida. Desde que llegaba mi mamá protestaba por cualquier cosa y exigía un orden enfermizo. Mi papá, pasaba largas horas sentado en su terraza viendo el mar, fumando y leyendo; y eso era precisamente lo que yo hacía cuando iba a visitarlo, excepto fumar, que lo sustituía tomando té. Yo también sufrí transformaciones monótonas. Dejé poco a poco de hablar y de reír, más por vagancia que por tristeza, pero los adultos lo malinterpretan todo... Me abandoné de los estudios y de todo tipo de contacto social.

LA CONSPIRACIÓN

Hasta que alguien puso encima de mi mesa una frase de Cicerón que decía: “Vivir sin amigos no es vivir”. Mi profesor guía me recitó una disertación sobre la importancia de aprovechar al máximo el tiempo y comenzó explicando que este no se detenía, ni expiraba y que a diferencia de él yo si fallecería algún día. Y como todos se habían puesto de acuerdo para conspirar en mi contra, me animé mucho, por primera vez, con que ganáramos la emulación y nos fuéramos un día antes.

Cuando llegué a la casa mi madre aun no volvía del trabajo y me sentí felizmente sola. Preparé una jarra de té y salí al portal a mirar mi descuidado jardín. Al fin llegó la que faltaba, me alegré de verla, aunque cinco minutos más tarde ya me estaba arrepintiendo:

_Te crees que es una gracia dejar de comer por tomar hierbas que lo único que te traen son vicios?_ cuestionó en su inflexión habitual de voz, bastante alto, por cierto _¿Has pensado que vas a hacer el día que te falten?_ insistió sin la menor contemplación.

_No sé mamá, no sé... déjame en paz_.

Salí de la casa volando y alcancé a oír cuando escandalizaba:

_¿a dónde vas?, ten cuidado, que últimamente andas medio loca_.

Tenía ganas de huir y desaparecer, pero la cotidianidad irrumpe avasalladoramente, y terminé en un cine con una comedia española. Al salir me di cuenta que era muy tarde porque el cielo estaba gris, y parece que yo no fui la única que lo noté, porque mi mamá, me estaba esperando como cosa buena y “para variar” empezó a gritar:

_¿Dónde tú estabas chica? ¿qué hora te crees que es? ¡Contéstame!_ gritaba histérica al tiempo que me sacudía sintiendo mi vista perdida en el vacío y mi pico cerrado como si no la escuchara _que va, ahora sí que tú estás mal, voy a hablar seriamente con tu padre, porque esto no puede seguir así_.

LA REUNIÓN

Al día siguiente había reunión de padres y estuve tentada a no avisarle, pero una vieja chismosa, mamá de una de mi aula, se me adelantó... Enseguida que lo supe le dije que lo que restaba de fin de semana me lo pasaría en casa de mi abuela, pretextando que hacía ya como un siglo que no la veía y que la extrañaba mucho. Ella asintió, porque mis pretextos eran buenos y no había razón para sospechar que realmente escapaba de la tediosa reunión.

EL TEATRO

Esa semana me la pase metida en el teatro, que últimamente era el lugar que más me agradaba en el mundo. Siempre se mantenía a media luz, excepto el escenario que si estaba muy iluminado. Uno allá adentro podía usar el uniforme como se le viniera en ganas, o no usarlo. Mi profesor, tildado de gruñón, era el más pequeño de todos; pero yo, que lo conocía bien, sabía que, lejos de ser el más pequeño, era el más grande de los hombres.

Ya había olvidado la reunión y hasta creo que estaba feliz, pero no me salvé, es más, fue peor el remedio que la enfermedad; porque mi abuela, para colmar con la gota que le faltaba a lo que mi profesor le había aconsejado de que yo necesitaba urgente un psicólogo, también llamó a mi madre para decirle que yo estaba rarísima, que no salí del cuarto en todo el santo día y que no articulaba palabra alguna, a no ser que fuera estrictamente necesario.

CONSECUENCIAS

Antes de entrar me senté un poco en el portal, cómo me gustaba mirar aquel desorganizado matorral..., pensé que allí podría sembrar té, así nunca me faltaría... Pero justo en ese momento salía mi madre que ya me estaba sintiendo, por supuesto que a esas alturas ya ella tenía preparado su discurso y escogido el doctor:

_Lucy_ empezó mal.

_Lucía_ rugí con todas mis fuerzas para mis adentros.

_Mi amor, ya me doy cuenta de cuánto te ha afectado nuestra separación, pero esto no puede ser un trauma para ti, tienes que comprender mi niña, uno no logra todo lo que desea en la vida. Además, será distinto en tu caso, tal vez tu matrimonio durará eternamente, sólo que debes elegir muy bien_

_Espero que sea eternamente bajo tierra_ susurré.

_¿Cómo?_

_Nada mamá, que tienes razón_

_Que bueno que entiendas, sólo me queda decirte que la semana que viene, empiezas a consultarte con un psicólogo_

Tuve inmensos deseos de oponerme, pero me callé, porque no quería seguir oyéndola.

LA CONSULTA

Desde que entré en la consulta me sentí incómoda, nunca me han agradado los lugares exquisitamente organizados y limpios, parece como si uno no pudiera moverse dentro de ellos. El doctor, un hombre mayor, de pelo blanco y nariz fina, dijo que por ser el primer día, sólo me haría un sicométrico y la próxima semana comenzaríamos de verdad.

A la semana siguiente, me dio los resultados del examen, alegando que yo era inteligente, organizada, egoísta, excesivamente perfeccionista y que le daba demasiadas vueltas a los problemas más insignificantes.

_Lo de organizada es mentira_ contesté bruscamente _y para lo demás no hacía falta la prueba, si me lo hubiera preguntado yo se lo habría dicho, me conozco muy bien_ me levanté y salí de aquel horrible lugar para no regresar jamás.

Mi mamá se dio cuenta enseguida de que ya no iba a las consultas:

_Lucy, ¿cómo te va con el doctor? ¿te ha cambiado el horario, por qué estás aquí todavía?_

_Lucía mamá, Lucía... El doctor ya me ha dado de alta_

_Lucía, ¿qué pasó?_ preguntó asustada mientras yo iba caminando hacia la puerta para evadir la respuesta _Lucía_ tronó de una vez, totalmente descompuesta.

Ya estaba infinitamente cansada de todo lo que sucedía y por primera vez sentí reales deseos de que me tragara la tierra, pero si en algo tenía razón la vieja, era en que uno no logra todo lo que quiere.

CATALINA

Me fui a casa de Carola, que era una de mis pocas amigas.

_¿Que te pasa, Lucy?_ preguntó alarmada, al verme.

No contesté, pero mis ojos y mi cara se llenaron de agua salada y ella me abrazó.

_A mí no me engañas, estás triste porque se separaron, egoísta, ¿te crees que eres la única que necesita libertad?_ dijo suave, como siempre. Quizá por eso yo la escuchaba invariablemente, no tanto porque tuviera la razón, sino por lo bien que sonaban las palabras en su voz.

_Tienes razón, a ti no puedo engañarte, pero por qué, por qué ellos Catín, con tantos casados infelices que hay en este mundo, ¿tenían que ser precisamente ellos?_

_Alégrate de que hayan sido ellos, precisamente ellos quienes decidieron ser felices y levantarse de nuevo, alégrate por ellos que son tus padres_.

_Tienes razón, me siento culpable... me voy_.

La estreché para despedirme y me fui.

EL REGRESO

Entré en su cuarto feliz, con ganas locas de contarle cuánto me complacía la separación, que la comprendía y que todo sería como antes; pero ella dijo solemne:

_No estés más triste mi niña, tú papá volverá con nosotras_.

Me ardieron los ojos y ella me apretó fuerte.

_¿Por qué lloras Lucy?_.

_De felicidad_ mentí como toda una cobarde.

Ella rió.

Era mi culpa de nuevo, los había obligado a regresar, a mudarnos otra vez y ellos no se querrían nunca más. Todo sería inútil, por más que lo intentaran sólo lograrían sentir lo que sienten dos viejas locas que viven juntas, un día se levantarían pensando que no podían estar mejor acompañadas y al día siguiente se lamentarían de estar condenadas por la compañía en vez de bendecidas por la soledad; sí, porque a veces la soledad es una bendición.

EL PUEBLO

Como cada semana volví a la escuela y al llegar a casa me anunciaron que permutábamos por una casa inmensa en un pueblo perdido en el medio de la ciudad, uno de esos pueblos que sólo se oye de ellos cuando algo malo pasa, pero que nadie sabe exactamente dónde queda. Se contaban de él historias de brujas y de cosas raras producto más de la imaginación de la gente que de la propia realidad, aun así yo tenía miedo como todo el mundo.

Cuando al fin lo conocí, supe que era mentira, todo era mentira, en aquel pueblucho no podía existir más que aburrimiento. Sus habitantes se habían quedado congelados en el medio evo y estaban muy lejos de la contagiosa y violenta realidad.

_Me niego, me niego rotundamente a vivir aquí, no me pueden hacer esto, es el lugar más feo que he visto en toda mi vida_.

_Mi amor, nuestra casa es preciosa, ya verás_.

LA CASA

En efecto, podía perderme en ella una semana sin esperanza de encontrar la puerta de salida. Tenía seis cuartos dos plantas y un jardín con árboles frutales. Por más que pensé no se me quitó nunca la duda de que para qué necesitaríamos tanto espacio nosotros tres...

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sábado, 2 de febrero de 2008

NOTA

...
La presentación de mi libro, ¿Entonces, qué?, fue mejor de lo que había pensado. Hubo publico de palco y de gallinero. Como la vida misma y como mis versos. Los herrumbrosos versos de Chago.
Los poetas de los bajos fondos junto a los más conocidos e influyentes.

Los textos de Ana Mireles y Jorge Luis Arcos no puedo publicarlos, todavía. Tienen prioridad para otros destinos. Se llenó la FHC:, en la presentación del libro de Chago. Dispondré de vídeo y fotos para la semana entrante. Aviso igualmente de la próxima presentación en días venideros. Muchas gracias a todos los que se pasaron y arroparon en tarde-noche, tan especial para el guajiro travieso que soy. Aunque según me cuentan, no gustaran mis palabritas a todos. Es lo que tiene lo de la relatividad.

Les dejo el sábado para descansar.

-------------------------------SM/ Chago