sábado, 31 de marzo de 2007

3 POEMAS DE L. Santiago Méndez Alpízar / Chago.

Tres poemas del libro inédito: Flahs-Back (España 1996-97) de L. Santiago Méndez Alpízar / Chago.
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CONGA DE PAVEL

No es el fin quedar herido /
una brecha perpetua lo que jamás ha de ser olvidado /
Incomoda señal desbordadas las orillas con el odio /

Si Dios no está
mejor pensar que es infinito.../

Lo que cuento no es mi cuento /
no es dolor el dolor ajeno
...no preña el dolor mas que a la muerte /

Lo que cuento es el vacío
la escasa gratitud de los más próximos

/mamá las lagrimas se me salen
mamá quiero llorar y no puedo
/

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SERA QUE HEMOS LLEGADO AL SIN RETORNO.QUE EL AMOR NO ESTABA A LA VUELTA DE LA ESQUINA.
----Para Pili

Suspendidos
Ignotos peces por las luces de una ciudad fantasma

/ otra ciudad / no la del sueño

Sosteniendo una afilada costumbre
para no perder el juego.

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ERES TAN PUTA.

---Para C. R.

Cubierta de carne maciza
/ como un pensamiento de tiempos pasados /

Tus piernas dan de sopetón con el agobio

Puedo soñarte caída
/ nadie estará para salvarte /

Nadie morirá después de chuparte los pezones
/ no se muere por unas tetas ajenas /

Tendrás tus 15 minutos
/ algo así como un abrir y cerrar de piernas /

Luego un pensamiento de antaño...
Fondos de memoria

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miércoles, 28 de marzo de 2007

3 Poemas (inéditos) de Pio E. Serrano

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Tres poemas (inéditos) de
Pío Emilio Serrano

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POEMAS DE CHINA
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1.
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Corre en el río
la memoria de la ciudad.
Restos de la historia.
Una turbia melancolía pasa a mi lado.
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2
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Las grises estructuras
-vidrio y acero-
anuncian el futuro.
La gabarra cercana
suspira quejumbrosa.
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3
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Un hombre en la muchedumbre.
Una isla en la avenida Nanking.

4.

Las grúas rojas
todo lo quieren elevar.
El nuevo coolí
pasa en bicicleta.

5.

El “Xian Jian Zhen
-diseñado para los cruceros en el Mar del Este-
todo de blanco, y luminoso.
De la barcaza anónima y a oscuras
brota un delgado humo.
Humilde calidez.
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6.
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------------ para Aurora
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El largo río
entre las delgadas siluetas de las cumbres.
El largo río
que limpia las ciudades, su memoria.
El largo río
que humedece mis poros, y es sangre.
El largo río,
entre duraznos y cerezos, serpenteante.
El largo río que de tus brazos
fluye y me anega, reposo manso,
que me envuelve y alimenta.

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7.
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Las montañas de Xian,
frágiles hilos, densidad de niebla.
Un suspiro pudiera quebrarlas.
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8.
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Los guerreros de terracota
-diez mil repite el guía-
aguardan callados,
hieráticos,
una llamada, un grito.
El leve roce de sus afiladas armas,
inquietante murmullo,
apenas perceptible.
Alertas en su noche perenne,
sueño de barro y metal,
despertarán un día.
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9.
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El Emperador se aburre.
Los minuciosos eunucos sacuden el aire
de los estrechos corredores
con el presuroso batir de su ropaje.
Las concubinas se recogen en el último pabellón.
Los monjes se refugian en sus mantras
y los mandarines en la soledad
de sus vetustas analectas.
El Hijo del Cielo se aburre
y un hilo de sangre
sonríe en el hacha del verdugo.
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10.
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La vihuela,
lengua de seda.
Madera de sol
y viento.
Gime y suspira.
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11.
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El joven monje,
resplandor naranja,
sonríe a nadie,
se pierde entre columnas.
Bermellón y azul.
Pasa entre nosotros,
como si flotara.
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12.
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La flauta de bambú,
río sereno navegado por la luna.

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13.
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La cítara ilumina tus manos,
deshojas el silencio.
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14.
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El monje anciano,
sentado ante la puerta.,
no aguarda nada.
Quieto, sonríe a todos.
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15.
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En la plaza de Tiannanmen
escucho la sombra sangrante de un grito,
la estéril huella de un carro de combate,
la desolada mirada de un hombre
que detiene el trueno.
En una esquina, la cálida mano de una madre
baja el calzón de un niño,
que riega de futuro la piedra maculada
y sonríe.
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----------------VISIÓN DEL TEIDE

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Para/con Nilo Palenzuela.

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1.
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Piedra enamorada
de nada;
de sí misma,
quizás.
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2.
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Abajo, en la orilla del mundo,
el mar redibujándose,
componiendo de nuevo
y siempre
un ritual interminable,
deshaciéndose de sí mismo,
inconforme tenaz.
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Arriba, en la cima del mundo,
la piedra,
hija del fuego
y de secretas entrañas,
mineral de aire ardiente en reposo,
para siempre detenida en su certeza,
apagado grito de la tierra,
tenaz en su fijeza.
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3
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La humedad transitiva
en fuga;
la madera umbrosa,
resistencia al olvido;
la inhumana piedra y su áspera nieve,
el azul del silencio.
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-

4
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Late en el vacío una amenaza
endurecida y fría;
nada personal en su asedio,
visión adelantada
del desnudado hueso.
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-EL CORAZÓN DE UN HOMBRE
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Para Alfredo, Jacqueline y Alfredito
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En su mano llevaba el corazón de un hombre
que negaba la cólera del tigre,
la torpe pasión que desfigura un rostro,
la ceniza que todo lo oscurece.

En la furia retorcida del metal ardiente
palpitaba empecinado el corazón de un hombre.
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Otras colaboraciones de Pio E. Serrano en Efory Atocha, Aquí.


martes, 27 de marzo de 2007

TRES POEMAS DEL LIBRO INEDITO: Cuerpo Limpio (2003-2004) DE Lizabel Mónica. La Habana.


Tres poemas inéditos de Lizabel Mónica. "Cuerpo Limpio"( 2003-2004)
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borde

unificación (susurra)
tope doble del contumaz
teleología (su-surra)
irreversible ejercicio de cañada: alivio
un, dos, un tres


peinar sin impericias
enterradores cuando un frío y agradable aire
me cruza la garganta


miro las palas bailar


(su surra),
inocentes,
montacargas

–sus urra– la guerra

(descuido cisma del borde razonable)
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y una silla (4)

------------------- A Juan Carlos Flores


bufando esto
aflora
desternillamiento callado de especias
silvestres,
lumbre sinuosa

breve

exculpación retorcida entre escaldados
anónimos ideadores,

débil baluarte
construyo pentágonos varios por escaso disco realizable
equipo trágico
ralo
arroja
vivero muchedumbre -colección sustituta-.

vaya si no soy más que un desocupado que desea joder
probable tolerancia apellidada
infección u
abaratamiento
de especias
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hirsuto o flujo en mujer

podríamos
felices
tú,
amigo infeliz,
y yo

que puedo amarte
quizás

toda la vida

podríamos
felices
muchacha vitalicia

tú y yo

que dentro de mi
opacidad
alegre

te amaría tal vez
toda

pero como
guayaba y observo
que

probablemente nadie,

ninguno de los dos,

soportaría mi comer guayaba

muerdo guayaba
en mi mano derecha
y descorro semilla
a izquierda

lengua
o con labio inferior

semillitas saliva y restos
minúsculos restos
semidiluidos
de guayaba

veo mi mano llena de esta clase de semillas

y creo que no podría
plena felicidad
felicidad con nadie
si no puedo comer
mi guayaba

sin provocar repugnancia

(sin mi tranquilidad y las dos manos ocupadas)

–téngase en cuenta que
cuando hablo de una guayaba,
me refiero
a una guayaba–

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lunes, 26 de marzo de 2007

PREGUNTA A LA GIOCONDA. Un Relato Inédito de Ana Margarita Mireles..

Hace bastante tiempo no la veo. No hablamos. Pero hubo otro tiempo en que Ella sabía el momento en que Yo iba a entrar, el momento en que me dejaba fuera. Poeta de una delicadeza de esas que a mí, me asusta, de las exquisitas. Con sien-mil lecturas y unas Cartas, para la vida, para el camino. Algún I Ching. Habanera, de tomar Ron en La Roca. Escribe peliculas. Vive en Madrid.
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PREGUNTA A LA GIOCONDA, un Cuento de Ana Margarita Mireles.


Gioconda se echa larga y flexible sobre el verde diván de su inconsciencia. Un sol de cine imprime rojos al paisaje y el vientecito noble del verano tardío es el autentico dueño de su cabeza. Un viento que olvida el tiempo enmarañando hilos, secuestrando lágrimas, sanos efectos del no pensar en nada, hasta que se estremece, salta y se incorpora, como si un papalote tirara de su plexo solar. Después del susto lo primero que surge en su cabeza, casi como un reto al viento, es la pregunta.
- ¿Que te asusta?
Pero esos trozos de paisaje que rabian al sol no saben nada. La pregunta queda flotando ante sus ojos y Gioconda se repite pensando en papalotes.
Está ya de pié, con la balanza calibrada, hemisferio derecho a la montaña, hemisferio izquierdo al mar. Vacaciones del pensamiento, Gioconda se acaricia los pechos hasta erizar y sonrosar las nubes. Parecen otra broma del viento esas nubes, peligrosamente cerca del agua.
Gioconda sabe que en el agua hay un espejo mágico, un dador de tesoros, secretos, un sin fin de posibles respuestas. Y allá va con su pregunta, ahora más reposada, pues valiente es quien lleva su pregunta más allá del susto inicial. Todo y no todo es simple. Si bien es costumbre del mar premiar a los valientes, a veces también los toma y los disuelve en su salino vientre. Gioconda se mira en esa clase de espejo que da y toma en un solo gesto. Y suelta su pregunta, la remoja, deja que las olas la bailen un poco.
- Que te asusta?
Ella no puede verlo, pero al otro lado del mar, en un puerto de ciudad en ruinas, un hombre asustado escucha la pregunta, como si alguien susurrara pasión en su oído.
Cree que habla el mar, que ahora sí está loco, pero igual. Si supiera de Gioconda, de sus pechos al sol, de su pregunta como llamada de loba, si tocara la verdad, tal vez contestaría. No podría evitar sonreírle a ese susto que acaba por llevarlo tan lejos.
Así los dos, mar por medio, entran al refugio del silencio, esperando el segundo impacto, sin saber si hay que dar o recibir , que ya todo se ha vuelto la misma costumbre de mar. El hombre acaba por perder el tino y se defiende.
- Por si me estás hablando a mi, no voy a profundizar en el tema.
Gioconda se da cuenta que esa voz no es del mar. Tal vez el susto no era suyo ni la pregunta sólo para sí misma o las fuentes originales. Hay una voz que sorprende. Trae rastros de algas, una eyaculación en las calas de un puerto, algún puerto con ruinas, y noche que cuida de un hombre asustado. Gracioso, ella como un poeta antiguo “pregunta y espera la respuesta”, y alguien parece creer que esa pregunta le pertenece. Decide repetir, por si acaso era solo un desliz, otra broma del viento en su cabeza.
_ Que te asusta?
El hombre que nunca ha oído la voz de mar, observa atentamente, maravillado ante una voz que se hace eco hasta tornarse real. Entonces repara en las luces de ciudad como hermanitas de la luna, balanceándose tras la estela de un barco, y entre brillos lacados, brutalmente efímeros, cree ver un rostro de perfil, juego casual, luces de instante. El rostro clarísimo de una mujer con sol.
Queda acechante, buscando a tientas, sentidos, deseos, gasas de ensueño, contenido como un tigre a punto de abalanzarse sobre el punto débil del cerco de cazadores. Y todo ahora es su corazón, la onda expansiva del latido le atraviesa y cruza las aguas con trozos enormes de respuesta. Gioconda abre los brazos y se apronta a recibir cada palabra, una por una.
- Esto no es lo que me asusta, los mas perceptivos se dan cuenta, me preguntan qué me pasa, el mas arriesgado me pregunta quien soy ahora... Tú eres mas sorprendente y entretenida que mi percepción…. Siento una inmensa, liquida y densa dulzura hablando contigo...
Las olas se encrespan y arrojan espuma en los labios de Gioconda, que ya no puede saber si es el mar o las aguas profundas de su vientre. Todo el océano es cómplice hasta límites invisibles. Alevoso y nocturno, imita la voz de Gioconda y pregunta al hombre
- después de lo que asusta, qué quieres?
El hombre, alerta a golpe de silencios, de espalda a la ciudad, apuesta su último toque de cordura mágica y escribe en un minúsculo papelito verde:
- lo que mas quiero en este mundo es estar donde tu estas
Gioconda sin preguntas, un mar en sí misma, hace recitaciones de agua..

Paisaje de ola sin timonel
Lo inmenso cristalino te amenaza
Con desconocer brújula, sol, estrella
Lo inmenso verdeazul
Que altera
El mapa de todas las cosas

Se levanta la reina potencia
Como una ola
Amiga mensajera de largo sueño

Ola de poeta
De pez preferido del poeta
Poeta doble pez que dijo
La ola es real
Mi fin es conocerla
Estar vivo como ella

El único instinto timonel es
Ese que entrega su rumbo a la ola
Cruza el antinaufragio

Y se inventa una isla
Y se tocan los labios, y se alcanzan las manos. Y la espuma convierte las estaciones en un calidoscopio gigante. Ahora da igual si la escena es de locos o valientes. La noche cede y por fin, deja partir al hombre que viaja en milagros, sabios cuidados de sal, antiguas profecías y decretos que dejan bien clara su dimensión boreal. Algo que se recrea, como el viento en la caja del tiempo.

-------------------ENCUENTRO DE POESÍA EN MADRID-------------------------------------------------------------

III ENCUENTRO INTERNACIONAL DE POESÍA
DEDICADO A JUAN RAMÓN JIMÉNEZ
27 martes En la RESIDENCIA DE ESTUDIANTES MEHDI AKHRIFXUAN BELLO • PABLO GARCÍA BAENA • EDUARDO MITRE• TOMÁS SEGOVIA 28 miércoles En la CASA DE AMÉRICA EDUARDO LIZALDE • BENJAMÍN PRADO • ANTONIO JOSÉ PONTE • JULIO TRUJILLO• IDA VITALE
29 miércoles En el CÍRCULO DE BELLAS ARTES ANTONELLA ANEDDAJOHN BURNSIDE • ANTONIO COLINAS • JUAN CARLOS MESTREADAM ZAGAJEWSKI
ENCUENTROS a las12.00 h.MESAS REDONDAS a las 17.30 h.LECTURAS DE POEMAS a las 20.00 h.
Casa América Circulo de Bellas Artes Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales - Ministerio de CulturaResidencia de Estudiantes
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sábado, 24 de marzo de 2007

CHAGO ME PIDE UN CUENTO: Yo os escribo una Carta. Un Relato de Kike Turrón. Escritor del Barrio de Hortaleza. Madrid.


Chago me pide un cuento: yo os escribo una carta.
Kike Turrón.

Me he vuelto a encontrar con Chago (en su pasaporte Santiago Méndez, je, je) y me ha recordado lo que me viene pidiendo por correo electrónico desde hace meses.
Por correo me es fácil escabullirme y darle largas, pero en persona te atrapan más tentáculos y no mola quedar de bocazas.

Chago y Yoyo (Jorge, aunque nadie le llama así) son la cuba que conozco. Se produjo aquello de la montaña y Mahoma y, al no viajar yo a la isla caribeña, esta se encargó de arrojarme dos trozos bien significativos de su peculiaridad: El Chago y el Yoyo. Uno a la escritura, otro a la música, dos pedazos de cuba deambulando por este Madrid cada vez más triste, riéndose de lo que nosotros llamamos problemas y disfrutando de las ricas tapas y raciones que ofrecen nuestros bares. En el caso de Chago, siempre asegurándose que haya chancho en la comanda… me temo que es uno de los recuerdos que se trajo de su tierra, las muchas veces que escaseaba el cerdo.

Le da a la poesía, sobre todo.

Chago ha venido a vernos a un bar de Vallecas. Le mola mi grupo, los King Putreak. Yoyo toca (es bajista) con nosotros, a veces. El poeta, en cuanto puede, se escapa y se viene a nuestra actuación; se tira desde la prueba de sonido hasta que los vapores de la borrachera empiezan a difuminarlo todo. En la cena siempre pide chancho, si puede se pide su bocata, que con las tapas uno siempre se engaña y no da cuenta del hambre en su justa medida, en definitiva, que las tapas son más de charlar y beber y el bocata más de comer y Chago siempre tiene hambre.

Me habla de su recién estrenado blog digital, de las visitas que tiene, de los contenidos, relatos, poemas… y me pide que colabore con un relato, con un cuento. Por lo visto la peña quiere que todo el mundo sepa lo que están cociendo sus neuronas y abren sus diarios en la web… verás cuando se vaya la luz y nos sumamos en la más absoluta incomunicación.

Ahora mismo cumplo mis seis primeros meses de paternidad, eso si que es un estreno. Un bebe precioso, varón, flaquito y gracioso. Desde que nació he aparcado casi todos esos momentos en que me podía tirar horas delante de un puñado de frases, dibujando historietas con palabras, revisando trozos de relatos y añadiendo, retocando… nada, al bebé le gustan los brazos y es normal, aún no se mantiene erguido y el pobre se va de lado a la mínima intentona de alcanzar algún sonajero o peluche, que, por el momento, son sus más urgentes inquietudes.

Hace poco me ha llegado la respuesta al recurso que puse a la empresa que controla los parquímetros. Me multaron mientras dábamos a luz en la maternidad cercana. Noventa eurazos. Mandé papeles del hospital asegurando que estaba pariendo a esa hora. Me han dicho que vale, que me lo perdonan, que son razones de peso. ¡Menos mal!
Tengo otra causa pendiente con un juez. Éste me dice que a mi hijo no le puedo llamar Tom, que eso es un diminutivo y no vale, que o Tomás o Thomas. Pensaba yo (y mucha más gente) que ya se había acabado esa dictadura, que se podía llamar a tu churrumbel como te saliese del nabo… pues no, al menos en los juzgados de la calle Pradillo en Madrid. Me dijo la piva que si aquello parpadeaba en su pantalla del ordenador que había que consultar a un juez o jueza. De seis meses a un año tardarán en darme la respuesta. Ah, y me informó: “tienes que darme un nombre alternativo, si no, el funcionario correspondiente le pondrá uno a su elección”. Me quedé flipado. Pero la verdad que no tenía demasiado tiempo para cagarme en su burocracia desde mi limbo, abajo tenía aparcado el coche y el parquímetro corría y cada media hora tenía que bajar a añadir un eurito a la maquina. El pequeño Tom tenía apenas dos semanas de vida y ya me sentía estresado y vilipendiado por el sistema. Justo bajo y una chavala me esta multando… sacamos los sables: “mira, han pasado tan solo siete minutos del límite, estoy registrando a mi hijo”. Ella: “no, ocho, han pasado ocho”. Finalmente me ofrece la posibilidad de pagar seis euros y olvidamos la multa. Acepto, no me queda otro remedio… o si, pero lo mismo si la mato voy a la cárcel. Meto el billete y las monedas en un sobre y me dice que tengo un niño muy guapo, que mucha suerte.

Desde entonces, el tiempo, amigo Chago, ha tomado otra dimensión. Una dimensión que lo hace más breve de lo acostumbrado. Una hora ya no son sesenta minutos, ahora esa medida es un par de paseos por el pasillo, o prepararle un biberón y entretenerle mientras tanto, o bajar a comprar al super con él pegado a mi pecho mediante una ingeniosa sillita que me deja las manos libres. Una hora vale bien poco si le da por llorar o no se duerme a gusto. Y mira que, en la vida normal, una hora es bien poco.

Dejo la guitarra en su soporte tras probar el sonido en el bar, apago el ampli, miro la medida del micrófono y aparto a un lado el pedal de distorsión. Chago se me acerca con un tercio de Mahón en la mano. Chago es oscuro y malcarado, melenudo apretado. En un callejón oscuro y tenebroso estaría más en su sitio que en la sala de espera de un ambulatorio. Él admite que su aspecto despierta sospecha a la mínima de cambio. No se bien el motivo de su estancia en Madrid, seguro que me lo ha contado cientos de veces, pero yo me he quedado con el detalle del chancho. Chago está tranquilo si hay comida en abundancia.

Yo, sin embargo, no pruebo bocado antes de tocar. Esta vez hablo con Chago en un bar cercano al lugar de la actuación, mientras algunas migas del pan que cubre sus tres lonchas de panceta caen a su pechera en caída libre pero mullida. Se me cierra algo ahí dentro cuando tengo que actuar y me es casi imposible meterme algo que no sea líquido… y mejor con alcohol. Una cerveza, por favor… al pasar el camarero.

Chago es poeta, poeta cubano en el exilio. Me parece recordar que Yoyo me contó una vez que tenía problemas por asuntos políticos en su patria, que allá no gustaba oficialmente lo que él escribía. No lo recuerdo exactamente.

Se le nota que es cuba en cuanto abre la boca. Antes de la acción de las palabras, podría ser de muchos lugares. Digo yo que escribiendo le pasará lo mismo, la escritura disimula mucho el acento de cada uno, o lo puede simular o disimular…

La actuación no ha estado mal. A bar lleno me es difícil mantener una atenta charla, voy de un lado para el otro balanceando un tercio de cerveza fresca en mis manos. Es complicado concentrarse en algo. Pasadas unas horas (esta vez si pasan lentas, quizá demasiado) Chago me dice que nos vamos al coche a por unos “pasecitos”. Chago ya esta en situación… se que no ha olvidado el hambre, pero se que lo tiene bien distraído con el pedo que lleva… Me ha dicho en la prueba de sonido que fuma mucha hierba, mucha, mucha. No me dice nada del cuentecito que le tengo que entregar, el relato que le he prometido bajo palabra.

Esta noche es de copas gratis, rayitas generosas y caras sonrientes… en cuanto veo que hay hueco, me piro. Me subo en mi coche. Arranco el contacto y me empiezo a llenar de silencio… han sido unas cuantas horas (de las que duran mucho) de ruido, música, voces… me voy llenando de silencio y subo el escaso kilómetro y medio de callejuelas que hay desde el bar a mi casa. Entro en el portal. Llamo al ascensor. Entro en casa. Me desnudo y saco la ropa a la terraza para que el olor a tabacazo no inunde todo el salón. Me lavo los dientes. Apago las luces y me tumbo en la cama, junto a mi chica y nuestro hijo. Trato de dormir. Sigo dándole vueltas a lo que me ha pedido Chago… un día de estos me pongo con ello.

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Solo decir que prometo Respuesta...en breve, mi versión



L. Santiago Méndez Alpízar / Chago.

..........Y mañana: Domingos con: Caramelo






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viernes, 23 de marzo de 2007

3 POEMAS INEDITOS DE Andrés Ajens. POETA CHILENO


Tres poemas inéditos de Andrés Ajens.

millan meu

ronda
de niños

ronda
en la ciudad

entrevista: todo es
ronda:

la anciana
testa

elípticos campos
minados

camino
de santiago

por millán
de la cogolla

con verseo o sin
berceo

la entre-
cortada lengua

por lonko-
millan ronda

ronda la
vida la muerte

la vid a la
vendimia

átropos,
de niña



*
a vara
real,
a monstrua,
olha-se
no
espelho
alheio
e vê – o
que vê –,
a vara
vê-se
vendo-se
ver-se
agora
variar
na gênese
generosa
doutra
vara
em
si
fora
de si,
doutra
monstrua
porosa, a vara
morosa, amorosa.

*

species of 11 th, th=

e origin of which it was difficult to say – the

most remarkable
fact. [as] < > the
Cordilleras. < >
nearly horizontal arrange=
ment < > the Porphyry
& the [former] probable
[line] < > as
[numerous] < > strata:
the < > dips did
< > very regular
there < > have

been one of some
degrees, without my
perceiving < > Particular
points [where] the white
rock was the strata
were more disturbed.

Pinchero pass — few [Condors]

...

11 th [September 1834]

Miserable day.

...

Saw th=
e Des-
cabezado

Santiago’s Book, Ch. Darwin, quasi

*


--------------------after Darwin
monolingüe

quiero decir-
te, quiéro-
te decir, te (di-
lo y
ya,
dí-
melo) te lo
diría
o te lo
daría
aunque
los celos
se los coman
caníbales
otros cielos —
quiérote
decir,
bestia
monolingüe,
mimosa púdica,
diablo, the towne will rise (fire,
quiérote desde
mona
---------------------------
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jueves, 22 de marzo de 2007

DOS x DOS: Kozer y Armand. Poemas publicados en la Revista Exilio. 1972.


Hoy, un poco de arqueología, rescato de las oscuras manos del olvido, que diría un poeta con versos olientes a madera húmeda, a decir de otro poeta, 4 poemas / dos y dos / de José Kozer y Octavio Armand. Fueron los 4 poemas, publicados en el número Invierno-Primavera ( 1972-73) de Exilio, Revista de Humanidades, dirigida por Victor Batista Falla y Raimundo Fernández Bonilla.
Ellos no estaban en los libros de texto. Ellos, no estaban en ninguna antología, en ninguna editorial de Cuba. A ellos, no los estudié, no los conocí, hasta mucho después de haber leído un ingente- innecesario montón de poetrastos recontra éditos.
De estos dos campeones, para decirlo en limpia jerga sport, nos nutrimos quienes después buscamos la poesía. Sólo la poesía como vía universal.
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Dos poemas de José Kozer publicados en: Exilio, Revista de Humanidades. Invierno Otoño 1972-73.

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Ya me cansé de haber nacido en marzo.
Seamos clásicos:
estoy harto de la tierra,
de este manojo de llaves,
del cerrojo con que abro la fecha estéril
de mi nacimiento.

Ya me cansé del mes,
de la parca estrechez de mi salida,
de una madre,
de la fe que pone un cuño al inscribir mi fecha,
de no encontrar la abertura inicial de mi silencio.

Nací en febrero, nací porque me dio la gana,
nací por ver,
por ponerme a mirar un montón de cosas fijas:
una ciudad, una mujer,
las épocas que van del trigo al pan,
el crecimiento de las uña.

Nací para continuar, por causa ajena,
nací en una ciudad con nombre,
en un instante en que la infancia se reviste
de la hoja perenne de la muerte.

Cuando nací ocurrió que me dieron un nombre,
una hija,
una ocasión determinada,
la exacta rigidez de un paso,
mi padre con dos pesos en el culo,
con su poco de suerte.

Yo escogí para nacer un día agreste,
nací saciado,
con la espuma de la mala leche a flor de labio,
tres pasos solitarios,
una pareja mal llevada.

Nací, según dicta una inscripción firmada,
en marzo, a la seis
(no distingo el día de la noche),
en la ciudad de La Habana,
con mi padre, que vino de la historia,
de una madre.

Quiero decir mi nacimiento,
y decir con mis golpes de granizo
que se desplome.

Quiero decir que mañana se cumplen treinta siglos de inscripción
sobre la tierra,
que estoy aquí desde el principio,
que estoy aquí desde la una en punto,
que estoy hasta el cero desolado,
un poco harto de aguardar al mediodía.

Nací en octubre, que es un mes, por la sal amarga de su sombra.

Quiero que vean que nací.
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CONTRA A. A. COMAS

Hay una vieja tragona que se quiere comer a mi hija,
es una vieja mentirosa y premeditada
que tiene los bolsillos repletos de pesetas
para robarse el alma de los niños,
para guardarse el alma de los niños en el útero.
Pero yo saco del bolsillo mi serpiente,
pero yo saco mi ciempiés de la paciencia,
yo recurro a doblar la esquina en mi babosa,
y le doy a la vieja un puntapiés en la canilla,
y la dejo rodar con su esqueleto,
y la vieja me dice que no hay misericordia en el mundo.,
y la vieja me acusa de un revoltijo de infamias,
y yo de un manotazo la pongo en retirada,
y yo me le encaramo y la hago doblegar el espinazo,
la pongo a trajinar de un lado para otro
con todo el revolico de mi furia.

Yo acuso a esta vieja deforme de tragona,
yo acuso a esta vieja tragona de ser una criada infame,
yo acuso a esta vieja matrona de tener los pezones renegridos
por la falta de leche.

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DOS POEMAS DE Octavio Armand publicados en: Exilio, Revista de Humanidades. Invierno-Otoño de 1972-73.

TENGO ALGO QUE DECIR ME DIGO

Tengo algo que decir me digo
Palabras que se disuelven en la boca
Alas que de repente son percheros
Donde el grito cae crece una mano
Alguien mata nuestro nombre en algún libro
¿Quién le arrancó los ojos a la estatua?
¿Quién colocó esta lengua alrededor del
Llanto?

Tengo algo que decir me digo
Y me hincho de pájaros por fuera
Labios que caen como espejos Aquí
Allá adentro Las distancias se reunen
Este norte o este sur son un ojo
Vivo alrededor de mí mismo
Estoy aquí allá entre peldaños de carne
A la intemperie
Con algo que decir me digo
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UN NIÑO ME LLEVARA A CASA

Si prestan mi brazo al obrero
Un niño me llevará a casa

Si alguien camina amarrado a estas orillas
Un niño me llevará a casa

Si de repente abofetean el corazón
Un niño me llevará a casa

Un niño con dos manos
Con dos brazos
Con dos todo
Un niño por dentro y por fuera
Abajo niño y niño arriba
Un niño con edad y todo me encontrará la mano
El brazo que comparto con el cuerpo
La lengua con forma de ojo todavía.

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martes, 20 de marzo de 2007

3 POEMAS DEL LIBRO INEDITO: La Isla en Dólar de DAMIAN VIÑUELA. POETA CUBANO

Alguna vez habrá que sacarle un pasaje, unas merecidas vacaciones frente al mar del Norte, que es donde supongo descansaría esta rara avis, este curioso impresor, editor, vendedor de libros, matador de chiquitas bonitas, discutidor-habanero de pelota, futbol, o, ajedrez, siempre con el mismo entusiasmo. Lo recuerdo en su casa con Rosa, su mujer, y ,sus dos niñas. Las niñas de Rosa, claro. Con la casa llena de guajiros, todos loquitos por quedarse, contribuir con el desarrollo capitalino. Algún primo suyo movedor de fichas de ajedréz, intentando saber el secreto de la Caro Kan, en la habitación, que era la casa, mientras fumabamos cigarros rompe el espinazo, alguna yerba, para poder leer los poemas que se publicaban. Trastear de la abuela, que luego fue su hija. Tiene años de curtida resistencia en esta vida, de generosidad y "machaque escritural". Tiene poemas para llenar una bañera, pues sabe que es lo único que importa.
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------------Tres poemas de Damián Viñuela : La Isla en Dólar





ASÍ LAS COSAS

No vistes brechas
ni textos
en el pasto

Como no quieren otros
los bereberes ( por ejemplo)
ver brechas
ni textos
en el pasto

Y por que además sabes
que en tu cabecita deslucida
hay un exilio paridor que mana
un rojo reciente, el viento
y un ritual

Que te quedaste ciega
cierto
No hay paisaje real ni calmo
en la parcela de tu lengua mísera

Así las cosas, amor
Nadie ve la muerte
en cuerpo ajeno
y en el pasto
no se divisa el tiempo


SIN TACTICA DE GUERRA

Osip Mandelstam murió con la satisfacción de
cantarle las cuarenta a Stalin
(a esto lo llamaríamos
matar dos pájaros de un tiro)

Observemos entonces que
Mandelstam mata de cierta forma
metafísica
el golpe mágico de la tinta a la
ilusión política
el párpado
hurgando su táctica de guerra sin‑
táctica contra
ese aspecto supra‑alemán y
cortés de matar que tiene el
ka‑mara‑da Stalin cuando
dando puñetazos en su cerebrito
cucrykcucrykcucryk
(literalmente muerto)
mata la vaca que escapa
la vaca muuuuuuu
el muuuuuuu de la carne podrida
(vaquitas de Voronezh o Crimea) aunque
esa lenta muerte
la del pescuezo al simulacro
no establezca diferencias y
tomando medidas policiales al
ras‑trear rateramente
hasta el fondo
no
encuentre
nada

Este paradójico juego con la
muerte
el de Mandelstam
al sentir
un goce de dolor entre
el subconsciente
(historia antigua) y
una escritura antiapparatchik
la cual
el generalísimo Stalin comprendió
muy a tiempo y
al matar la vaca que
escapa ideológicamente en lo
obscuro pensó:
“cadáveres de vacas
= a
cadáveres syphiliticus
así fue que
en los campus
a lo militar
unodos/ unodos
el éxodo luctuoso despertó
un interés poshistórico entre los
apparatchik y
un interés abstracto entre las
vacas que
al ordeñarlas en cubitos esmaltados
mueven sus rabos con
estilo lumpemproletario como
dijera el kommunistische
Marx y
ya no habrá remedio mas que la
muerte
cosa esta que
el excelentísimo señor Stalin intuyó y
al convertirse en
ilustre asesino de vacas se
convertía a su vez en
ilustre salvador de ''conceptos'' que
con el tiempo fueron a
estancarse
en los retretes.

POR QUE TE HACES

Se me paró cuando te vi desnuda
Pero quisiste hacerte la inteligente y hablar de Zsigmond Móricz, de Kafka y hasta de Dios
Entonces,
no pude pensar más en tu culito,
y me marche.
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sábado, 17 de marzo de 2007

POEMA COMO SI NO ESTUVIERA EN GALIZA II DEL LIBRO INEDITO: Efory Atocha.(España 2006-07) L. Santiago Méndez Alpízar.


POEMA COMO SI NO ESTUVIERA EN GALIZA II
L. Santiago Méndez Alpízar / Chago

Para Jorge Babá: ibaé

Entre los carballos-alvarinho saltó la ardilla
Entonces fui de nuevo con los pies sobre la tierra

Dejé de ver chipojos / mangos / mangas jobas / piñas de ratón /
un alto puente sobre un seco río /

Un alto puente para sofocar la muerte / para el salto
pelín antes de que Ogún te choque /

/ los naranjales donde trabajé desde el comienzo /

Pero ya tengo los pies sobre la tierra

Por ello voy bajo la sombra de olaia / arbore do amor

Del nogal
donde alguna noche el que fui se encontró contigo

Donde / seguramente / escondidos en el hórreo
singamos hasta la última lágrima de la despedida /

El último cartuchazo







FOTO DE UNA CHICA PUNK

Ella ríe y me brinda un trago de su cerveza. Más allá de mi poesía, Ella tiene siempre una respuesta lógica. Pero Yo confío en Ella. Más que en los políticos, más que en Dios. Es natural, Ella no espera nada a cambio. Sólo recordarnos que vamos como ovejas, en manadas y con el camino hecho. ¡Reventados de modernidad!

------------------------------------------------------------------------------------------------Y RECUERDEN: HOY SABADO SABADETE, CAMISA NUEVA Y...
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lunes, 12 de marzo de 2007

HIJO DE LA NOCHE.UN CUENTO INEDITO DE Enrique Del Risco.

HIJO DE LA NOCHE

Enrique Del Risco



-Brasil. Eso. Porque antes de encontrarme con ese tipo estuvo lo de Brasil. Sin lo de Brasil nunca se me hubiera ocurrido ir a buscarlo. Siempre tendremos a Río ¡Já! Porque fue en Río. Donde empezó la historia, digo. En la misma Ipanema. Y no porque todo tenga que empezar con playas, mulatas y caipiriñas. Que sí, que están buenísimas. Las mulatas. Eso todo el mundo lo sabe. Lo que no saben es que… están buenas, pero no todas. Hay un montón de brasileñas feas pero uno prefiere ignorarlas para conservar el mito. La que me llevé yo no era ni mulata ni brasileña. Rubia y de Óregon. Pero lo primero es que llevaba tres semanas en Río sin un centavo y los pocos que conocía en la ciudad prefería que no supieran que estaba allí. Yo estaba esperando a que las cosas se enfriaran un poco. No estaba seguro de si Campanioni había mandado a alguien a Río y no quería que el que terminara frío fuera yo. Tieso. Congelado en la arena de Ipanema. Y todas esas niñas preciosas, en tanga, mirándome. Con la boca abierta. Ellas y yo. Pero yo con un hoyo en la frente. Ellas inclinadas sobre mi cadáver y las tetas colgando y el agua salada desde las tetas hasta mi cara. Y yo sin poder hacer nada porque estoy muerto. No, no puede haber muerte peor. Así que llevaba como una semana dando vueltas, comiendo de la asistencia pública con indigentes y yonkis pero luego me regresaba a la playa porque con esa gente hay que tener mucho cuidado. La gente que va a los centros de recolhimiento, como les dicen allá. Enseguida se dan cuenta de que no eres uno de ellos. Un aficionado como quien dice. Y encima extranjero. Si no pueden robarte nada son capaces hasta de matarte. Por eso me pasaba todo el tiempo en la playa. Sólo iba a comer al centro y enseguida regresaba. Tres semanas durmiendo en la playa. Mi parte me la tenía guardada el Pelao Fundora. Acá. Y yo sin un centavo tratando de sobrevivir en Río. Tres semanas. Ya el Campanioni estaba en cana: eso lo supe por un periódico que me encontré en la arena. La arena allá siempre está llena de periódicos extranjeros y yo me dedicaba a leer los de acá. Pues en uno de ellos me enconteré que a Campanioni lo habían agarrado por lo de la muerte del pobre Gufanti que de gil se quedó a esperar a que Campanioni fuera a buscarlo. Hecho una furia como estaba por la empaquetada que le dimos Gufanti, Fundora y yo. Tú sabes. Le hice creer que Fundora y Gufanti eran del departamento de narcóticos y que le devolverían una mercancía que le habían ocupado. Por un buen precio. Lo que hicimos fue quedarnos con el adelanto que me dió. Volviendo a mi chica de Ipanema. Una mañana la vi entrar en la playa. Rubia, alta y de ojos azules. Ni bonita ni fea. Del tipo de mujeres a las que uno se agarra cuando está en problemas. Me le senté al lado de la ropa, esperando que saliera. Salió y se sentó casi al lado mío. Esperé un rato y le dije en mal portugués que no debía dejar la ropa así, que se la podían robar. Me sonrió y me respondió en español. La gringa estaba llena de sorpresas. Hablaba portugués, español y francés. Perfectos. Estaba haciendo un doctorado en literatura latinoamericana. Hablamos del tiempo, de la playa, de Brasil y de la globalización. Con una estudiante siempre es bueno hablar de globalización. Si hablas de feminismo siempre terminas metiendo la pata. Periodista le dije que era. Siempre es más fácil que te crean que eres periodista que otra cosa más especializada. Y estaba metido en el papel desde lo que le hicimos a Campanioni, además. Ella estaba allí por un congreso de cultura popular. Erin se llamaba. Lo de que me habían robado todo y no podía regresar a mi país no se lo dije al principio. Esperé a que fuera agarrando confianza. Lo otro te lo puedes imaginar. Estuvimos en la playa hasta el atardecer y luego me propuso que fuera con ella al hotel. Así, con naturalidad. Es difícil pasar el atardecer en una playa con una mujer y que no se ponga romántica. Cuando la fui a besar no hizo resistencia. Todo lo contrario. Enseguida me di cuenta de que estaba llena de … de…
-Pasión.
-Pasión. Eso mismo. Era alegre, sí. Divertida. Divertida y solitaria. Una combinación extraña. Debajo de algo así siempre hay un mundo. Yo le di con todo. En cuanto estuvimos en el hotelito digo. Yo creo que nos habrán quedado un par de posiciones del Kamasutra y el Ananga Ranga por probar. Tenía el yoni ardiendo y ella seguía pidiendo más. El yoni es la vagina según los hindúes. Eso lo aprendí una vez que me hice pasar por hare krishna. No sé por qué porque no me sirvió de mucho. La gente confía en los hare krishna en casi todo menos en cuestiones de dinero. Te decía, estuvimos en eso toda la noche. Amaneciendo ya me había contado un montón de cosas de su vida y había tenido como quince orgasmos. Me contó que en realidad era de Utah, de familia mormona. De ahí los idiomas. Los mormones siempre andan aprendiendo idiomas para hacer proselitismo. Tú los habrás visto con sus camisas blancas, sus corbatas y sus chapas con el nombre. La gringa a la hora de desayunar ya estaba enamorada como una perra. Me dio dinero para que fuera a comprar desayuno para los dos. Un billete grande, de cien. Le traje el desayuno y el cambio completo. Yo me di cuenta de que era una especie de prueba de confianza. Desayunamos tranquilos, relajados, pero al rato le entró el ataque. Tenía que presentar su ponencia en el congreso y le faltaba un montón de cosas por arreglar. Yo me ofrecí a ayudarla y ella encantada. Me dio a leer lo que tenía escrito. No entendí mucho. Sólo que estaba hablando de una radionovela cubana de los años 40, “Amor de madre”, y su influencia en las telenovelas de ahora. Le dije que me parecía bien, que quizás le faltaran algunos ejemplos más y que ampliara las conclusiones. Más o menos lo que se dice siempre que uno no entiende bien algo. Ella contentísima. Me dio un beso y luego me empezó a dar órdenes. Todo muy cariñoso, eso sí. Me dijo que mientras ella trabajaba con las conclusiones en su ordenador portátil que bajara a un cibercafé que estaba cerca. Entonces tenía que copiarle los trozos del guión de la radionovela que ella había marcado y mandárselos por imail. Ella asumía que para un periodista como yo eso era lo más fácil del mundo. Y te digo, pasé un trabajo increíble pero lo conseguí. Ella fue a su conferencia y regresó contentísima. Esa noche fue más o menos una repetición de la anterior. Me porté como un titán. Ya me imagino la fama que van a agarrar los compatriotas en Óregon. Y eso me lo van a deber a mí. La diferencia es que por la mañana ella se veía más bien triste. Se tenía que ir. Imagínate. Le partía el corazón a cualquiera y todavía faltaba la parte del dinero. Más fácil era llevármelo y ya. Eso lo sé. Pero ella se veía tan limpia que dolía romperle su… su…
-Ilusión.
-Ilusión. Eso. Pues le dije que necesitaba dinero para regresar acá. Que se lo devolvería en cuanto estuviera de vuelta. No me dijo nada. Bajó, supongo que a sacar el dinero de un cajero. Era pobre. Ahí me di cuenta de que me estaba dando todo lo que tenía en la cuenta o casi. Se sentía hasta medio culpable de no poderme dar nada más. Eso es para que sepas. Ni todas las brasileñas están buenas ni todas las gringas son ricas. Cuando vio que no tenía nada más para darme, me dió una copia del guión de “Amor de madre”. Me lo puso en las manos como si me estuviera dando el corazón. Yo le insistí en que me diera la dirección para devolverle el dinero y entonces me la dio pero yo creo que con la esperanza de que la fuera a ver o algo así. Es el trabajo más limpio que he hecho en mi vida.
-Y eso…
-Eso es para que entiendas cómo es que llegué a lo otro que te quería contar. Lo del tipo de la intertextualidad. Al día siguiente de irse la gringa regresé acá. No fui directamente a ver al Pelao Fundora. Las cosas todavía estaban como estaban y no convenía que nos vieran. Le había dejado dicho que nos encontraríamos en el cine Savoy. Yo lo llamaría y le diría una hora y eso quería decir que debería ir al Savoy y sentarse en la penúltima fila del centro, a la izquierda. En la última estaría yo. Me quedé esperando al Pelao pero no fue. Así que vi la película completa. Al principio no le presté mucha atención pero llegó el momento en que me olvidé del Pelao y me metí en la trama. Era “Hijo de la noche”. ¿La viste? Porque esa la ha visto todo el mundo en este país. Una película de desaparecidos en que el hijo y la madre se encuentran cuando él ya es un hombre pero no se reconocen hasta el final. Eso luego de estar a punto de acostarse. Pues de pronto el chico está hablando con la madre sin saberlo y sin que viniera mucho a cuento le dice: “De nada vale enterrar el pasado: sus fantasmas siempre terminarán dándonos alcance.” Y pensé: “Esto lo he oído antes” Y entonces la madre le respondió: “A veces el pasado nos trae algo más sólido que un simple fantasma”. Entonces caí. Esas mismas palabras estaban en “Amor de madre”. Después lo comprobé con la copia que tenía. Con las historias tengo problemas para entenderlas, captar el sentido. Pero para las palabras soy bastante bueno. Así y todo me di cuenta. Era la misma historia. La de la radionovela y la de la película. Habían cambiado una familia de campo en Cuba por otra de acá cuando la dictadura, pero el argumento era el mismo. Un padre rico y abusivo, una hija rebelde que tiene relaciones prohibidas. En la radionovela son con un tipo casado. En “Hijo de la noche” con un revolucionario. En ambas el padre manda a matar al amante, le quita el niño a la hija y lo entrega a otra familia sin decirle a nadie de donde viene el niño. En los dos se encuentran la madre y el hijo pero no se reconocen hasta el final, cuando el abuelo por remordimientos se confiesa. Un plagio. Cuando releí la radionovela descubrí muchas más coincidencias de frases y hasta de nombres. Hasta como plagio era descarado. Cuando uno tiene una información así tiene que pensarlo bien para sacarle partido. Una vez leí que todo lo que hacía Shakespeare eran plagios pero cuando eso no se había inventado el derecho de autor. Yo copié en el cine el nombre del guionista pensando que algo podía sacarle al asunto. Mucho no tuve que pensar. Al día siguiente lo vi. En la portada de una revista. Aparecía mostrando su casa, un apartamento impresionante. Eso me gustó: tenía dinero, no se molestaba en ocultarlo y de contra era accesible el tipo. Cuando por fin el Pelao me pasó el dinero me compré un traje, una grabadora y una cámara y me fui a su apartamento. Ese trabajo quería hacerlo solo. Un trabajo sencillo como el mecanismo de una escoba. Un tipo amable y calmado. Se le notaba desde que fijamos la entrevista por teléfono. Cuando llegué estaba parado junto a la puerta. Me llevé una sorpresa porque era uno de esos apartamentos con ascensor particular. Cuando uno sale del ascensor ya está entrando directamente en el apartamento. Él estaba parado junto a la puerta y en la casa no parecía haber nadie. Él mismo preparó el martini que le pedí. Como en las películas. Uno no va a un lugar así a pedir una cerveza. Martini o scotch. Parecía tener unos cincuentaipico de años bien llevados, sesenta a todo reventar. Él digo. Más bien delgado y bastante apuesto para su edad. Pero no tenía tipo de intelectual. Estaba vestido de blanco, camisa y pantalón de hilo con cadena y pulsera de oro y todo. Pero todo eso le quedaba como a mí el traje, como un disfraz. Un disfraz de Julio Iglesias o algo así. La piel. La piel, muy tostada, sin estar arrugada parecía más vieja que él. Una piel de viejo, escamosa pero como con un brillo especial. Como si se la hubiera cepillado antes de abrirme la puerta. Le hice un comentario sobre el apartamento antes de entrar en materia. Se lo dije en un tono cortés, como para cumplir. Tuve que contenerme porque el apartamento en verdad era… era…
-Impresionante.
-Impresionante. Eso. Más que en las fotos de la revista. El apartamento era grandísimo, parecía una cancha de basquebol. Cuando me fue a preparar el martini en la cocina parecía que se había ido al edificio de enfrente. El techo era tan alto que mientras estuvimos hablando ni me atreví a mirarlo porque había que echar la cabeza completa para atrás para poder verlo. Aunque así y todo estaba un poco recargado. Había cosas por todos lados. Parecía como un almacén de varios museos distintos. Cuadros, armas antiguas, cofres, jarrones, esculturas, de todo. Supongo que para las fotos de la revista mandó a quitar una parte. Para que el apartamento se viera más despejado, digo. Pero yo iba a lo que iba. No quería que se relajara demasiado. Quería que entendiera rápido por qué estaba ahí. Le pregunté si no se había dado cuenta de que había puntos en común entre el guión de la película y cosas anteriores. “Intertextualidad” me dijo, tranquilo, como si con eso lo resolviera todo. “De nada vale enterrar el pasado: sus fantasmas siempre terminarán dándonos alcance -yo le dije de memoria- pero a veces el pasado nos trae algo más sólido que un simple fantasma”. “Eso es plagio”, le dije. “Eso y el resto del guión. Y lo peor es que usó la trama de una radionovela cursi de los 30 para contar una historia de desaparecidos de la dictadura. Los parientes de las víctimas no se lo van a perdonar”. Se sonrió. Volvió a repetir lo de la intertextualidad. Que todos los textos están en constante comunicación. Que no hay nada nuevo bajo el sol. Que todo lo que podemos hacer es repetirnos. No lo dejé seguir. Le dije que en mi diccionario –el de la Real Academia- no aparecía “intertextualidad”. Que aparecía “plagio” y era lo que había hecho. Copiar obras ajenas como si fueran propias. No lograba sacarlo de paso. Tenía una sonrisa juguetona. Como si yo fuera un niño diciéndole que ya sabía que los Reyes Magos no existían, que él era quien había traído los juguetes y él ya me tuviera preparado otro cuento. Entonces fue cuando me dijo que la radionovela que yo defendía como el original era en realidad una copia de una novela galante española de principios del siglo XX. Y ésta, a su vez, era un folletín francés del XIX que a su vez había tomado el argumento de una comedia italiana del siglo anterior. Así hasta los griegos. Cuando llegó a los griegos ya yo estaba casi dormido. Iba diciendo los títulos en su idioma original como para demostrarme que él sabía de lo que estaba hablando mucho mejor que yo. Los títulos, y a veces los nombres, eran lo único que cambiaba, me dijo. Los personajes, la trama básica y muchos de los diálogos se repetían una y otra vez. Cuando llegó a los griegos me dijo que Sófocles había copiado su Edipo Rey de un drama anterior del que ya nadie se acordaba (dijo “Edipo Rey” como quien habla de la última telenovela, con esa confianza). Aunque Sófocles había tratado de ser más creativo, me dijo. Traté de no dejarme intimidar. En esos casos, el otro siempre tratará de darte a entender que pertenece a otra liga. Que limpiarle los zapatos es un privilegio y tratarlo de igual a igual es algo tan fuera de lugar como tratar de cogerse una ballena. Un atentado contra el orden natural de las cosas. Le dije que era impresionante su erudición pero que me comunicaría con los parientes del autor de “Amor de madre” si insistía en ignorar mi demanda. Que si lo llevaban a juicio lo menos que perdería sería su prestigio. Que tendría que cambiar de país y de nombre. Casi se atora con su trago. De la risa, digo. Cuando se serenó me preguntó si ésa era la amenaza más seria que tenía entre manos. Jugaba fuerte el viejo. Tuve que sacar todas las cartas que me quedaban. Y las que no me quedaban. Le dije que si no me ofrecía una compensación adecuada –compensación dije, hay que ser elegante en situaciones así- en el próximo número de mi revista saldrían fotocopias de su guión y de la radionovela con los diálogos idénticos subrayados. Y que luego iría a La Habana para traerme al nieto de Florentino Deloris, el escritor de la radionovela, para que entablara la demanda aquí mismo. Pensé que le había hecho efecto. Se echó hacia atrás y me miró. Así y todo no parecía asustado. Me di cuenta, justo en ese momento, de que al fin iba a hablarme de algo que quería soltarme desde el principio de la conversación. “No creo que mi propio nieto esté interesado en demandar a su abuelo” me dijo. Seguía sonriendo. Al principio no me di cuenta. Después me dije que no podía ser. Me estaba diciendo que él era el abuelo del nieto del autor de la radionovela. Es decir, me decía que él mismo había escrito la radionovela. Pero para eso debía de tener al menos cien años. Que si me tomaba por un idiota, le dije. Me contestó que no tenía la intención de ofenderme pero que debía creerle si no quería obligarlo a decirme una mentira un poco más verosímil. Así hablaba el tipo, como en una telenovela. Que la pura verdad era que había escrito la radionovela y todas las obras que me acababa de mencionar menos Edipo Rey. ¿Qué se puede responder a eso? Lo dejé hablar. Me dijo, básicamente, que era inmortal. Que hasta ahora había vivido unos seis mil años, que había perdido la cuenta exacta. Lo dejé seguir. Me habló del Danubio, del río Danubio. Su tribu vivía a orillas del río. Su padre era el sacerdote. Un día regresaba con su padre a la tienda y se lo encontró herido. Parece que alguien había tratado de matarlo para ocupar su sitio en la tribu. El padre les dijo que huyeran pero antes le hizo beber al hijo de su propia sangre. Después de eso el padre se tiró al Danubio. Ahí el viejo me dijo que había pasado tanto tiempo que ya no estaba seguro de si había ocurrido de verdad, lo había soñado o se estaba confundiendo con alguna película de Drácula. El caso es que se fue a otra tribu y estuvo allí hasta que los que tenían su misma edad cuando él llegó empezaron a ponerse viejos mientras él seguía igual de joven. Desde entonces empezó a cambiar de tribu o aldea a cada rato. Lo máximo que ha estado en un mismo sitio habían sido treinta años. Me dijo que durante toda su vida no había hecho más que contar cuentos. Que claro que había tenido que hacer otras cosas pero que los cuentos era lo que de verdad le había resuelto sus problemas. Diez o quince cuentos era todo lo que se sabía, me dijo. Unos se los había contado su padre y otros se los había inventado él, que con el tiempo los había ido puliendo y adaptándolos a las condiciones de los diferentes lugares a los que iba. Que el que más éxito tenía era el del hijo abandonado que cuando crece se encuentra con la madre y ella no lo reconoce. Que el truco no estaba en tratar de ser original sino agarrar las historias que estaban más que probadas y adaptarlas al gusto de la gente según el lugar. Le dije que esta vez se le había ido la mano. Que con tantos desaparecidos reales que habían por qué tenía que inventarse una historia falsa. Que a mi misma abuela la habían matado durante la dictadura. Es verdad que no fue por política, que fue un ladrón para robarle pero eso no se lo dije. Fue cuando me explicó que una historia bien contada es más eficaz que cualquier estadística. Que lo que importa es la emoción. Ahí fue donde lo paré y le pregunté que por qué, con tanta experiencia, nunca había escrito algo importante, algo realmente…
-Trascendente.
-Eso. Trascendente. Pero no. El viejo lo tenía claro. Me dijo que siempre había tenido el problema de mantener a las familias que iba creando. Que hacer una obra trascendente estaba muy bien pero casi nunca daba de comer. Que una obra maestra le hubiera complicado la vida y no lo habría dejado reciclarse como lo había hecho hasta ahora. Que los parientes de Cervantes no pueden cobrar derechos de autor por el Quijote. Que para sobrevivir a la inmortalidad hay que mantener un perfil bajo. Ahí le pregunté que si no le parecía aburrido repetir su misma vida una y otra vez. Volvió a soltar su sonrisita. Hacía mucho tiempo había tenido la tentación de probar con vidas diferentes pero dijo que cuando uno sabe que no se va a morir, eso de cambiar de vida a cada rato deja de tener sentido. Que probar cosas nuevas sólo tiene sentido cuando se quiere multiplicar la vida. Alejar de alguna manera la muerte. Que esa impaciencia es absurda cuando se tiene toda una vida por delante. Y se reía como si hubiera dicho el gran chiste de su vida. Y se le notaba en la risa una pizca de amargura aunque sin parecer demasiado infeliz. Y seguía hablando. Dijo que tampoco le interesaba hacer nada para que lo recordaran. Que cuando se muriera el último que pudiera recordarlo a él, él iba a seguir estando vivo. También dijo que cuando se es inmortal se aprende a vivir sin remordimiento. Y yo lo dejaba que siguiera. Decía que qué sentido podía tener lamentar haber matado un hijo o una esposa hace mil, tres mil años o ahora mismo sabiendo que el tiempo seguirá pasando y las cosas de las que pudiera arrepentirse se seguirán alejando en el tiempo hasta el infinito. Que aún así trataba de recordar. Que si tenía tantas cosas en la casa no era porque fuera coleccionista. Cada objeto servía para recordarle algo. Algo o a alguien. Y me señaló todo lo que lo rodeaba. Ahí lo corté. Le dije que todo eso estaba muy interesante pero que estaba ahí para hablar de dinero y no de sus conflictos existenciales. Que si me pensaba embromar con su historia de la inmortalidad estaba muy jodido. Que ya estaba bastante crecido para dejarme desviar de mi objetivo y mi objetivo, ya se lo había dicho, era irme de ahí con veinte mil dólares. Me dijo que le encantaría complacerme pero que lo sentía, que no tenía dinero en la casa en ese momento. Que volviera otro día. Yo estaba dispuesto a todo menos a que me saliera con eso de que volviera otro día. Ahí fue cuando le dije que iba a tener que aflojar la guita ahí mismo si no quería que comprobara personalmente si era inmortal o no. No era que lo pensara hacer. Matar nunca ha sido mi negocio pero algo tenía que hacer para asustarlo. El viejo volvió a sonreírse y me dijo que le encantaría hacer la prueba. Que todos los días rezaba porque le acabara de llegar la muerte. Si Dios realmente tenía intenciones de joderlo no permitiría que muriera. Eso dijo.
-¿Y?
-De ahí no pude sacarlo. Como no encontré dinero me llevé cuanto pude agarrar en la casa. Por eso vine. Para que me dijeras si a ti o a alguien que conozcas le interesa comprar la mercancía. Es de primera. Te lo aseguro. ¿El viejo? Al viejo al final tuve que darle con todo. Le fui arriba con un sable que estaba en la pared. Me dejó agarrar unas cuantas cosas pero en cuanto le eché mano a este cofrecito se puso pesadísimo. Por el valor sentimental, decía. Y no te lo niego. Sentía curiosidad por saber si era verdad lo de su inmortalidad. Pero nada. Le di y cayó al piso como un saco. Pensé que lo había matado pero ahora no estoy seguro. No han dado la noticia por ninguno de los telediarios y eso que te cuento fue hace una semana. Me he pasado la semana comprando los periódicos en cuanto me levanto y nada. Es alguien conocido. Algo tendrían que decir. Por lo menos alguna criada o su agente deberían habérselo encontrado ya. Todos estos días he pensado en eso. Si me preguntas yo te diría que el tipo todavía está vivo. Eso de que tenía seis mil años puede sonar loco pero es la única forma en que todo encaja: lo que decía, todas las cosas que tenía en su casa. Mira este cofrecito. Viejo de verdad. La piel, la mirada. Y sobre todo esa calma que tenía el viejo, esa tranquilidad. Como si de verdad tuviera toda una vida por delante. Sé lo que estás pensando. Que te he hecho esta historia para que me compres todas estas cosas a precio de oro. Tienes tu derecho a pensarlo. Tú me conoces bien. Seguro estás recordando la vez que te pedí dinero para la fianza de mi hermano. Pero esta vez es distinto. Créeme si quieres. Te lo digo en serio. Y si quieres no me compres nada. Ya encontraré a alguien. Con la plata que saque de esto creo que me voy a retirar. Al menos por un tiempo. Está vez no iré a Brasil. Posiblemente vaya a Óregon a entregarle el dinero personalmente a la americana. Y te digo una cosa. He pensado en algo que me dijo el viejo: “La vida tiene sentido porque existe la muerte. Y ni siquiera eso se puede dar por descontado.” Pero yo no. Yo sé que voy a morir y no me puedo dar el lujo de hacer esto mismo toda la vida. Debo intentar otra cosa aunque sea para probar. Imagínate yo metido en una cabañita de Óregon, en medio de los bosques, escribiendo la historia de mi abuela, la que mataron. Claro que trataré de ponerle algo político para darle más interés a la cosa. Si lo pongo como que un simple robo para quitarle unos pesitos van a decir que es algo vulgar. Eso es lo que me pide el cuerpo ahora. Además, quién sabe si el viejo, inmortal y todo, me sale medio rencoroso y anda buscándome porque quiere…
-Venganza.
-Eso. Venganza.